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En Manos del Alfarero
Reinaldo L. García Pérez
«Y a pesar de todo, oh Señor, eres nuestro Padre;
nosotros somos el barro y tú, el alfarero.
Todos somos formados por tu mano».
– Isaías 64:8 (NTV)
Jeremías, un joven que provenía de una familia sacerdotal tuvo un encuentro con Dios. Es interesante este detalle porque muchas veces pensamos o entendemos que quien necesita un encuentro con Dios es una persona alejada de Él. TODOS necesitamos un encuentro con Dios.
En el primer capítulo del libro del profeta Jeremías describe esta experiencia. Dios le expresó algo extraordinario: «Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones».
Dios, Rey del Universo, Señor de la creación nos forma y crea con propósito. Él, en su soberanía, nos elige, aparta y nombra. Como el profeta, respondemos mirando nuestras deficiencias o limitaciones. Pero, más allá de nuestras impresiones, excusas o razones, Jehová cumplirá su propósito en ti y en mi.
En el capítulo 18, del libro de Jeremías, Dios le habla al profeta. Le ordenó visitar la casa del alfarero para un encuentro. Jeremías, acudió en obediencia. Allí vio como el alfarero trabajaba con el barro. La pieza se deshizo, pero el alfarero la volvió a hacer quedando complacido. Dios le expresó al profeta: ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace éste alfarero con el barro?
Según expresa Génesis 2:7, el hombre fue formado del polvo de la tierra. Isaías 64:8, dice: …Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.
Es altamente probable que exista una gran diferencia entre cómo nos percibimos y lo que Dios dice que somos. La primera pieza se deshizo…esa se echó a perder. Sin embargo, el alfarero volvió a trabajar. Dios tiene el poder para rehacer lo dañado y trastocado en nuestras vidas. El desea formar a Cristo en ti y en mi para Su gloria – (2da Corintios 4:7).
El alfarero selecciona el barro. Este puede ser de dos formas: seco y duro o manejable. Desprende lo que no es necesario amasando, puliendo y procesa con agua. Luego en la rueda, el alfarero utiliza sus dedos para moldear la masa, aplicando agua mientras gira. Una vez logra el envase, prepara los detalles con moldes. Las piezas se dejan secando por varios días hasta adquirir consistencia. Luego son trabajadas en el horno. Se adorna y regresa al horno. La pieza atraviesa procesos hasta que el alfarero logra su objetivo.
Darlene Joyce Zschech compuso esta oración cantada:
Hermoso Señor,
maravilloso salvador
Sé con certeza que todos mis días
están en tus manos.
Hechos a mano
en tu plan perfecto…
Me llamas suavemente a tu presencia
Guiándome por tu Espíritu Santo
Enséñame, querido Señor
A vivir toda mi vida a través de tus ojos
Estoy capturado por Tu Santo llamado
Me separas…
Sé que me estás atrayendo hacia ti.
Guíame Señor, te lo ruego
Tómame, amoldame
Úsame, lléname
Doy mi vida a las manos del Alfarero
Abrázame, guíame
Guíame, camina a mi lado
Doy mi vida a las manos del Alfarero.
Dios quiere hacer algo nuevo en ti y en mi. ¿Estás dispuesto a ser formado por Él? Ríndete a sus pies y permite que trabaje como Él quiere. Confía en el Señor. No te aferres al pasado. No te resistas. En su presencia vas a conocer al Dios vivo. Entenderás sus propósitos y sus caminos. ¡Con su sello serás un vaso de honra!
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