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Navidad en Familia
Félix Muñoz
Diácono de la Iglesia Bautista Resurrección de Kissimmee, FL
“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.»
– Lucas 2:10-11
Recuerdo, siendo yo niño, que cuando alguien le preguntaba a mis padres: ¿Dónde van a pasar la Navidad? Ellos siempre respondían: la vamos a pasar con la familia. Navidad y familia, familia y Navidad. Dos palabras inseparables. Los recuerdos que tengo de aquellas Navidades, en que nos juntábamos toda la familia, son maravillosos. Todo empezaba unos días antes cuando acompañaba a mi mamá a hacer las compras de lo que íbamos a comer. Las tiendas rebosaban de gente llenas de ilusión anticipando los buenos momentos que iban a ser compartidos con los diversos miembros de la familia. Todo olía a Navidad. No sé cómo explicarlo, pero había algo en el ambiente que anunciaba sin palabras que el tiempo más hermoso y esperado de todo el año estaba próximo a cumplirse.
La cena de Nochebuena solía hacerse en la casa de los padres en la que siempre estaban todos los hijos y con ellos los nietos, si es que ya había nietos. Eran unos momentos maravillosos. Todos nos relamíamos pensando en la deliciosa cena que la madre de familia había estado cocinando durante toda la tarde. El olor que iba llegando de la cocina nos decía que no estábamos equivocados. El sabroso banquete y el alegre jolgorio en medio de esa atmósfera familiar tan entrañable estaban asegurados.
Los primeros recuerdos de mi infancia y las Navidades vividas en esos tiernos años son profundamente entrañables. Recuerdo que alguno de los mayores, mientras degustábamos los deliciosos postres y dulces típicos de esas fiestas, nos hacía oír algún que otro relato sobre el nacimiento del niño Jesús y todo lo acontecido en torno a ese inigualable y grandioso acontecimiento en la historia de la Humanidad. Sin que nadie lo pidiese, como obedeciendo a una voz interna que nos invitaba a cantarle al niño Dios recién nacido, alguien de los presentes empezaba a cantar un villancico y todos los demás nos uníamos con inmensa alegría a la música y letra de esas sencillas y fervorosas tonadas que le dedicábamos a José, María y el niño Jesús, a los que la gente solía llamar, con marcado fervor, La Sagrada Familia. Navidad y familia, familia y Navidad, dos palabras inseparables de profundo significado para la inmensa mayoría de las personas.
Cuando se acababa esa hermosa reunión familiar y nos retirábamos cansados, pero felices a nuestras camas, nos dormíamos pensando en que lo mejor estaba por suceder al día siguiente: otra gran reunión familiar, pero esta vez con más participación de familiares. Venían los mismos de la noche anterior y además se unían a ellos más hermanos, tíos, sobrinos, primos y parientes llegados de todas partes, de los cuales casi no se sabía de ellos el resto del año, pero el día de la Navidad… ¡ah! ese día era especial. Navidad y familia. Familia y Navidad. Dos palabras inseparables unidas en el amor a Dios y en el amor de unos por otros, especialmente en el ambiente del amor familiar. Para los más pequeños, el momento más esperado de todos era cuando empezaba la repartición de regalos. Los mayores también disfrutaban de ello, ¿a quién no le gusta recibir regalos? Todos sonreían y agradecían con gestos amables a los que les daban los regalos.
Casi todos, niños, jóvenes y adultos, cuando pensamos en la Navidad, pensamos en que alguien habrá apartado un regalo para nosotros. Eso añade algo a toda esa felicidad que es la celebración de la Navidad. Navidad, familia, regalos. Tiempo maravilloso, ¿no es cierto? Quisiera terminar esta reflexión con un pequeño poema que escribí hace unos años atrás. No me considero poeta, pero por alguna razón, que ahora no recuerdo, escribí en una Navidad pasada estos versos. Espero que les gusten y que les hagan pensar en que antes de que las familias celebráramos la primera Navidad, ya hubo alguien que había apartado para nosotros el mejor regalo. Que Dios los bendiga.
El mejor regalo
El mejor regalo de la Navidad,
No se encuentra debajo del bonito árbol,
No tiene cintas de vivos colores,
Ni brillante papel para adornarlo.
El mejor regalo de la Navidad,
Vino una noche en tiempos pasados,
Anunciado por ángeles a pastores,
Y por brillante estrella a unos sabios.
Los demás regalos de la Navidad,
Suelen gastarse o quedar olvidados,
Son regalos que el tiempo se lleva,
Igual los baratos como los más caros.
El mejor regalo de la Navidad,
Es Jesús nacido en aquel establo,
Para que todos puedan por su amor tener,
La vida eterna, el mejor regalo.
Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien has enviado. (Juan 17:3)
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