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Mi Lámpara no se Apagará en la Noche
Sandra Quiñones Barriera
«Su lámpara no se apaga de noche.»
– Proverbios 31:18b
Cuando era niña frecuentemente se cantaba un corito en la iglesia a la cual asistía que decía: “pon aceite en mi lámpara, Señor// que yo pueda servirte con amor, pon aceite en mi lámpara, Señor”. Aunque se cantaba con frecuencia y muy buena intención, hoy, luego de muchos años puedo darme cuenta de que no era un cántico, en términos espirituales, correcto. Además de encontrar una rima en la letra, tenemos que cantar con entendimiento. Al analizar el cantico no encontramos ningún nivel de compromiso de nosotros o acción que nos lleve a relacionarnos con Dios. Al contrario de lo que dice la palabra en la cual somos invitados a relacionarnos, aportar, hacer sacrificio en bien de nuestra relación con nuestro Padre Celestial. Basado en esto, el cantico es una invitación a que Dios lo haga todo. Es cierto que el aceite proviene de Dios (cuando hablamos del aceite en la palabra tipifica la presencia de Dios) pero, también es cierto que somos responsables que el aceite no se agote en nuestra lámpara.
Cuando buscamos en la palabra, encontramos en Proverbios 31, el elogio a la mujer virtuosa. Un esquema y borrador de lo que toda mujer que conoce a Dios debería pretender llegar a imitar en termino de conducta. La mujer virtuosa refleja la mujer que sabe combinar todos sus roles en su diario vivir. Es una mujer que es emprendedora y trabaja, pero que no abandona las tareas del hogar y cuida su familia, sin obviar su estrecha relación con Dios.
Es ahí, precisamente que encontramos el versículo de Proverbios 31:18b, que suena a una breve frase: Su lámpara no se apaga de noche. Al leer esta frase tuve que examinar mi vida espiritual. Esta me habló de la seguridad de saber que la lámpara estará encendida y no se apagará. Me llevó a analizar mi vida y mi relación con Dios. Me hizo mirar mi lámpara y pensar si estoy procurando que siempre tenga aceite, porque lo vamos a necesitar en el camino. De hecho, las lámparas se preparan de día para encenderlas durante la noche que es cuando el camino se torna oscuro; porque ellas traerán luz.
Dice el Salmo 119:105 “Lampara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.” Y el Salmo 23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”
Para llenar nuestras lámparas necesitamos, ante todo, la presencia de Dios en nuestra vida y la palabra como guía. Sin duda alguna, la palabra tiene las mejores alternativas para pasar una noche oscura o un valle de sombra de muerte.
Necesitamos en este punto hacernos estas preguntas:
¿Estamos seguros, como la mujer virtuosa, que nuestras lámparas no se apagarán?
¿Qué estamos haciendo para que cuando llegue la noche no nos falte el aceite?
Te invito a analizar tu vida como si fuese una lámpara. La realidad es que el frasco vacío no tiene mucho que ofrecer. Al igual que el frasco del perfume mas caro, si no tiene contenido no perfuma ni tiene esencia. No se trata de nosotros, se trata de Él, de reflejar el amor de Dios y su poder a través del aceite depositado. Se trata de alumbrar el camino a través de su palabra.
Oración: Amante y misericordioso Dios, David declaraba en el Salmo 23:5b “Unges mi cabeza con aceite, mi copa esta rebosando” por eso hoy venimos pidiendo que nos unjas con aceite fresco. No queremos ser vasijas inservibles, vacías, sin propósito. Anhelamos hacer tu voluntad. Llena nuestros corazones para que rebosen llenos de tu presencia. Amen.
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