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La Fuerza y el Poder del Clamor
Sandra Quiñones Barriera
“He aquí que yo les traeré medicina y sanidad. Yo los sanaré y les revelaré tiempos de paz y de verdad.
– Jeremías 33:6
Mateo 20:30 (RVA-2015) dice:
Y he aquí dos ciegos estaban sentados junto al camino y, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron diciendo:
—¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Hijo de David, ¡ten misericordia de nosotros!
La palabra de Dios está llena de historias y relatos que dan partida a enseñanzas y prédicas que ayudan a fortalecer nuestra fe y alma. Mientras Jesús estuvo en la tierra, realizó muchos prodigios y milagros. Uno de los más mencionados es precisamente el texto que estamos utilizando de base para el tema de hoy.
De hecho, la historia se relata en varios libros del evangelio: Mateo 9:27, Mateo 20:30, Marcos 10:47 y Lucas 18:38.
Estos hombres eran ciegos y se sentían desechados, desvalidos, desesperados, angustiados; como muchos se sienten hoy en día. Muchos bajo condiciones y situaciones que los tienen atados al pecado. Ciegos y en oscuridad, carentes de esperanza y tal vez desilusionados ante las adversidades y situaciones en la que se encuentran. Conformes en su miseria, si, leyó bien, conformes en su miseria; porque el enemigo los ha atado a la amargura, susurrándole al oído que ya no hay esperanza ni remedio a su pecaminosa vida. Que no tienen mucho valor y que nunca saldrán de su situación. Están ciegos, hundidos en el fango cenagoso y en el hoyo de la desesperación. Esta situación es real en nuestra actualidad. Las personas están ciegas porque no conocen a Dios, viven desechados en la orilla del camino, fuera de la vía, lejos del plan y propósito de Dios para sus vidas.
Pero, sucede algo en esta historia que trae esperanza a aquel que no tenía ninguna. Estos dos personajes, escuchan que Jesús pasaba por allí, porque aún en las tinieblas y la maldad, aún en la suciedad, aún en los casos que tienen el sello de imposible, aún allí llega la oportunidad de Dios. Dios es un Dios de oportunidades.
En el mundo espiritual hay una gran enseñanza en esta palabra. En esta historia, ellos, aún desde su ceguera, desde su oscuridad, desde su situación comenzaron a gritar y a clamar porque reconocieron en lo espiritual que había algo grande, transformador, sobrenatural, poderoso. Aunque sus ojos no lo podían ver, sabían que en su clamor había esperanza de ser libertados del pecado y la oscuridad.
Este es un tiempo de clamor.
Jeremías 33:3 (RVA-2015) dice:
‘Clama a mí, y te responderé; y te revelaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces’.
Esta palabra tan poderosa válida lo que hemos tratado de explicar en este escrito. Este tiempo que estamos viviendo es el momento del clamor. El clamor es un arma espiritual que Dios nos está entregando para este tiempo. Este tiempo de guerra será vencido con el arma del clamor. Aún aquellos que están en tinieblas tendrán la oportunidad de utilizar esta poderosa arma y le servirá de bendición y sanidad a sus vidas. Seremos renovados, restaurados y consolados a causa del clamor a Dios. Es desde tu clamor que Dios escucha tu petición y la trae a la existencia.
Jeremías 33:6 dice:
“He aquí que yo les traeré medicina y sanidad. Yo los sanaré y les revelaré tiempos de paz y de verdad.
Aquellos ciegos recibieron sanidad. Con su clamor captaron la atención de Jesús. Captaron su amor y misericordia. Jesus, los miró y los alcanzó con sanidad.
Hoy, Dios nos recuerda el poder y la fuerza que tiene el clamor. La diferencia que hace en nuestra vida y la importancia de ir al Padre con un clamor sincero, reconociendo que sólo en Él hay esperanza, sanidad y restauración.
Oración: Dios amado, que siempre haya un clamor en nuestro corazón y en nuestros labios, reconociéndote como el Dios majestuoso, bueno y dador de todo bien. Que en el día difícil recordemos que aún en la oscuridad hay esperanza de vida, sanidad y restauración. ¡Amen!
Escucha:https://music.youtube.com/watch?v=Ah7CNvTDskg&feature=share
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