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He Perdido Batallas, pero Nunca la Guerra

las batallas de la vida
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Dra. Moraima De Hoyos-Ruperto

«Yo sé que mi Redentor vive…»
– Job 19:25a
Como cristianos, al igual que todas las otras personas pasamos por momentos difíciles en la vida. Momentos que se convierten en duras batallas. Eclesiastés 9:11 nos dice que llegan tiempos y situaciones a todos. Eso no exime a los que servimos y amamos a Dios. 
Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes la gracia; sino que tiempo y ocasión acontece a todos. ( Eclesiastés 9:11, Biblia del Jubileo 2000)
De hecho, la Biblia nos relata las luchas, batallas, dificultades de todos los hijos de Dios y aun de aquellos que no amaban a Dios. Las batallas y dificultades eran las mismas o incluso más fuertes para los hijos de Dios. En algunas vemos como los hijos de Dios salen victoriosos y otras como perdieron alguna batalla en el proceso, pero al final ganaban la guerra.  Así que una y otra vez vemos a través de la Biblia que no estamos exentos de los momentos difíciles.
Una de esas historias con la que más me identifico y me impacta es las que se relatan a través de la vida de David. Un hombre que su vida cambió drásticamente, de cuidador de oveja a Rey.  Que ganó muchas batallas y perdió otras. Que tuvo unas luchas existenciales en su vida por sus decisiones y las de sus familiares.  Pero, ganó la guerra más importante; su relación con Dios.  
No hay duda que como David, a todos nos puede llegar el dia malo. Tenemos momentos en los que sentimos que perdimos la batalla. Hay momentos donde sabemos que le hemos fallado a Dios. Lo importante es que como David, nos levantemos con el corazón correcto.  Un corazón de humillación y arrepentimiento. Un corazón de dependencia absoluta de Dios.   
Si hoy sientes que estás en medio de una gran batalla, di como Job 19:25-27 :  ¡Yo se que mi Redentor Vive! 
Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Confía de todo tu corazón en tu Dios, quien te asegura que no perderás la guerra.
Deuteronomio 31:6
“Sed firmes y valientes, no temáis ni os aterroricéis ante ellos, porque el SEÑOR tu Dios es el que va contigo; no te dejará ni te desamparará.”
Deuteronomio 20:4
“porque el SEÑOR vuestro Dios es el que va con vosotros, para pelear por vosotros contra vuestros enemigos, para salvaros.»
Isaías 41:10
“No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi justicia.”
¡Bendiciones!

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