Reinaldo L. García Pérez
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Jeremías 2:13
Dios llama a la casa de Israel a rendir cuentas por rechazarlo e ir en pos de ídolos. Les pide identificar qué falta hubo en Él para vivir en idolatría.
“se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos” – ‘persiguiendo fantasmas vacíos y volviéndose ellos mismos vacíos’; ellos ‘fueron tras la inutilidad y se volvieron inútiles’.
Israel habitó en la tierra que Él le dio como herencia. Por el pecado profanaron, o en términos religiosos ser «impura», la tierra. Le dio acceso a tierra de bendición para su disfrute, pero contaminaron la tierra y la convirtieron en lugar desagradable (asco).
Dios le recuerda a Israel lo bueno y amable que había sido con ellos, dándoles la tierra de abundancia de Canaán. Como parte de ese proceso Dios:
- No les saca en cara.
- El Señor les recuerda lo que Él hizo.
- le recuerda de donde proviene toda su bendición. A veces damos por sentadas las buenas obras de Dios.
¿Cómo llegó el pueblo hasta ese punto?
Los sacerdotes ni los líderes religiosos de Israel no servían bien a Dios ni al pueblo. No buscaban al Señor; no enseñaban la palabra de Dios, ni siquiera le conocían al no tener una relación personal con Dios.
Estos líderes claudicaron, cedieron, dejaron de hacer lo que tenían que hacer y se ocuparon en otras cosas. Dios no permitiría que el pecado cometido por los líderes y el pueblo de Israel quedara impune.
Israel tenía al Dios de toda gloria que los había bendecido de innumerables formas y se apartaron de Él. Sin embargo, las naciones paganas eran fieles a sus dioses, aunque sus dioses no hacían nada por ellos. Curiosamente, los paganos alrededor de Israel eran más fieles a sus dioses paganos que Israel al Dios Viviente.
Dios identifica los males del pueblo: le abandonaron. No solo demostraron deslealtad e ingratitud, sino el rechazo a quien es la fuente de agua viva, la fuente de todo lo bueno, puro y esencial de la vida.
En el antiguo Israel, obtener el agua implicaba mucho trabajo, pero una fuente de agua viva – un manantial – era algo especial. ¡Era un suministro constante de agua buena, fresca y vivificante!
Habiendo abandonado la fuente de agua viva de Dios, su pueblo trabajaba duro para obtener un suministro muy inferior. A pesar de su arduo trabajo, con lo único que terminaban era con cisternas rotas que no retienen agua.
Cuando hacemos las cosas, a nuestro modo; en nuestro tiempo y como nos parece; no guardamos el mandamiento de Jehová. Sufrimos consecuencias cuando no seguimos las instrucciones que Él nos ha dado.
El Señor le hace un llamado a su pueblo. ¿Cuál es ese llamado? Oíd. La palabra oíd, en hebreo es shemá. Implica oír inteligentemente (es un llamado a prestar atención, es un llamado para actuar en obediencia).
Esto me recuerda el pasaje cuando el niño Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.
Es la misma expresión que utilizó Elí cuando Samuel se le acercó, pensando que éste le llamaba. “Habla que tu siervo shemá (oye activamente, escucha, presta atención).
Quien no presta atención, ¿Cómo puede guardar el mandamiento de Jehová?
Recordé que ese versículo de base, fue mi primera predica con los Discípulos de Cristo, cuando22 años y ya tengo 60😳😳😳😳como ha llovido 💦💦💦
Recordé que ese versículo de base, fue mi primera predica con los Discípulos de Cristo, cuando tenía 22 años y ya tengo 60, como ha llovido💦💦💦