Moraima De Hoyos Ruperto
Mira, yo estoy llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos
Apocalipsis 3:20 DHH94I
Es costumbre navideña en Puerto Rico y otras partes del mundo llevar parrandas durante las festividades navideñas. Una verdadera parranda implica llegar en la noche, de sorpresa, a la puerta de la casa de algún conocido (amigo o familiar) cantando «aguinaldos» con varios instrumentos (guitarra, güiro, cuatro y maracas, entre otros).
Uno de los aguinaldos más populares es uno que dice: «Abreme la puerta// si estás acostado….» Usualmente, aunque las personas hayan estado ya durmiendo abren la puerta y le ofrecen cosas de comer y tomar a los parranderos. Sin embargo, los parranderos se arriesgan a que no le abran la puerta y se tengan que ir. Y ¿sabes qué? Ocurre.
Así mismo, hace Dios con nosotros. Dios llega a nosotros y toca nuestra puerta. Inclusive nos trae canciones de amor, alegría, gozo y paz. Pero, está en nosotros si le abrimos la puerta de nuestra vida y lo dejamos pasar. Si lo dejamos pasar, Él entra y nos da todas las bendiciones que tiene preparadas para nosotros. Pero, si no le abrimos, igual que los parranderos, se va triste, pero respeta nuestra decisión.
Dios nunca va a forzar tu puerta, porque eso lo convertiría en un ladrón o abusador. Dios es Amor. Él toca a tu puerta y tú decides. Si le abres, a diferencia de las parrandas, Él será el que servirá la mesa de abundantes bendiciones y cenará contigo.
Es tuya la decisión. Te invito a que hoy le abras la puerta de tu corazón y disfrutes las bendiciones que ya Dios tiene preparada para tí.
Bendiciones.