¿Cómo lo hacemos?
Dra. Moraima De Hoyos-Ruperto
«Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
– S. Marcos 16:15 RVR1960
En el día de ayer estuve hablando en nuestro Facebook live sobre que no debemos buscar excusas para retrasar nuestro llamado. Indiqué que muchas veces utilizamos de excusas nuestras situaciones personales, familiares o profesionales para posponer nuestro llamado. Pero, estas no son excusas delante de Dios. Termine concluyendo que todos hemos sido llamados a predicar el evangelio – las buenas nuevas- de Jesús.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”
S. Marcos 16:15 RVR1960
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;”
S. Mateo 28:19 RVR1960
Por lo tanto el objetivo final ya está predeterminado. El objetivo es dar a conocer a Dios para que todos tengan la oportunidad, que hemos tenido tú y yo, de conocer y servir a nuestro Padre Celestial.
Entonces la pregunta obligada es ¿Cómo lo hacemos? Hay diferentes formas, aunque repito, el fin es el mismo.
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros,”
Efesios 4:11 RVR1960
Como leemos en Efesios 4:11 hay diferentes formas de cumplir con nuestro llamado (misión o comisión). Pero, quizás aún mirando está lista no encuentres que has sido llamado por Dios a llevar las buenas nuevas. No te ves parado en un púlpito o con un megáfono en la mano, predicando el evangelio. Sin embargo, te quiero contar una experiencia personal, para que tomes idea de cómo lo puedes hacer.
Hace unas semanas estaba muy afligida por una situación personal que he estado viviendo. Para sobrellevar la situación he orado mucho, ayunado, pedido apoyo de mis pastores y hermanos en la fe. Dios me ha hablado y dirigido de muchas formas y maneras. Pero, uno de esos días, mi esposo me dice que me llegó una carta. Yo creía que era una broma. Cuando me la dió me extrañó, porque era una carta escrita a mano, lo cual yo no recibo nunca. Miré la información del remitente y me extrañó aún más, porque no conozco a la persona. Cuando abrí el sobre me percate que era sierva de Dios que simplemente decidió tomar un nombre y dirección de alguna lista pública para escribir una palabra de fe y esperanza. Definitivamente me escribió una palabra que necesitaba. No tengo duda de que Dios movió a esa persona a escribirme. Gloria a Dios porque ella se dejó usar.
¿Crees que esta persona está haciendo los roles de un evangelista? Segura que si.
Entonces, tú y yo podemos ser evangelistas, maestros, profetas, pastores, apóstoles de muchas formas diferentes. Primeramente, con nuestra familia. Segundo, con nuestras acciones y testimonio delante de nuestros amigos y compañeros de trabajo. Tercero, a través de nuestras oraciones y tiempo de intercesión. Cuarto, a través de nuestro tiempo para visitar enfermos, escuchar al necesitado, llorar con el que llora y reír con el que ríe.
La verdad es que no tenemos excusa. Hay mucha necesidad. Tu y yo estamos llamados a compartir la bendición que tenemos. ¿Cómo lo hacemos? Eso lo dejo a tu imaginación.
Bendiciones
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