fbpx

¿Cómo te ves ante Dios?

Nilsa Santiago

Nilsa Santiago

… y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;

Cuenta una parábola de Jesús (Lucas 18:9-14), que dos hombres fueron al templo a orar. El propósito de ambos hombres era el mismo, orar a Dios.  Uno pensaba de sí mismo como justo mientras el otro reconocía que era pecador. 

El primero de los dos hombres (el fariseo) se presenta ante Dios, puesto de pie y con mucho orgullo.  El fariseo se enaltecía ante Dios orando diciendo: Dios gracias porque no soy como los otros hombres, soy un siervo fiel, obedezco tus mandamientos y te doy mis ofrendas.  Pensaba para sí, que era justo y merecedor de las misericordias y beneficios de Dios.

Lucas 18:11-12

El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.

Sin embargo, el segundo hombre (el publicano) no se atrevía a mirar hacia el cielo.  Se sentía tan pecador que se golpeaba el pecho, suplicando que Dios tuviera misericordia.  El Publicano no le recordó ni le mencionó a Dios las cosas buenas que él hacía o cómo cumplía con sus deberes pactados en la ley. Sino que reconoció sus faltas y pedía perdón. 

Lucas 18:13

Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios sé propicio a mí, pecador. 

Mientras Jesús estuvo en la tierra, su testimonio siempre fue el mismo, fue manso y humilde, nunca menosprecio a ninguna persona.  Su propósito fue salvar a los perdidos y ayudar a los necesitados.  Jesús nunca se creyó ser mejor que nadie y lo podía haber  hecho porque Él es Dios. 

A los que se creían justos y cumplidores de la Ley muchas veces los trató de hipócritas. Ellos sólo deseaban ser vistos por los demás y recibir reconocimiento por sus obras. 

Actualmente, vivimos en un mundo donde “YO” soy primero, segundo y tercero. Mis deseos y mis acciones van por encima de los demás. Nos comparamos con los demás mirando sus faltas para así decir como el fariseo, no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, o adúlteros. ¡Yo soy mejor que aquel!  

Te aconsejo querido hermano, hermana, amigo o amiga, que sigas el ejemplo del Publicano, que reconoció sus faltas y se humilló ante la presencia de Dios rogando por misericordia.  Nunca pienses de ti, que eres perfecto o mejor que nadie sino deja que sea Dios el que te enaltezca ante el mundo por tu testimonio como buen y fiel siervo.

¿Cómo te ves ante Dios? ¿Justo o Pecador? ¿Grande o Pequeño?

Sigue el ejemplo de Jesús que te dice: aprende de mí y hallaras descanso para tu alma porque mejor es humillarte que enaltecerte a ti mismo. 

Lucas 18:14

Os digo que este (el Publicano) descendió a su casa justificado antes que el otro (el Fariseo); porque cualquiera que se enaltece, será humillado; 

y el que se humilla será enaltecido.

Bendiciones. 

“Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.” – Charles Dickens