“Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.”

-Proverbios 4:23, NTV

Con frecuencia escucho a personas preguntarse la razón por la que existen males en La Tierra. Enfrentamos escasez, pérdidas, injusticias, enfermedades, en fin; sufrimiento tanto individual como colectivo. Es común que ante situaciones adversas nos hagamos preguntas: “¿Quién es responsable por esto?”, “¿Se pudo haber evitado?”, “¿Por qué me sucede?”, “¿Por qué sufren las personas buenas?”, “¿Puede alguien cambiar esta situación?”. En situaciones críticas podemos inclusive llegar a cuestionar la bondad de Dios.

No es de extrañar que a veces tengamos preguntas. Hay muchas que son genuinamente nuestras y podemos traer cada inquietud al Señor con un corazón limpio, pero es necesario ejercer el discernimiento y no ignorar las maquinaciones del enemigo. La manera en que opera es enviando dardos de fuego (Efesios 6:16), es decir, enviando a nuestras mentes pensamientos con la intención de insertar una idea que no es nuestra. Su intención es siempre la misma: robar, matar y destruir (Juan 10:10).

La pregunta sobre la bondad de Dios es casi tan antigua como la creación misma. Cuando el enemigo hizo su acercamiento a la mujer en el jardín que Dios había plantado le preguntó: “¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto?” Génesis 3:1b (NTV). Obviamente, esto era falso, pero motivó una conversación que logró sembrar una duda. Sedujo a la mujer y eventualmente al varón hasta llevarlos a quebrantar la orden divina de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal; el único que les había sido prohibido. El resto de la historia la conocemos; escogieron su voluntad sobre la de Dios y la muerte entró, tal y como Dios lo había advertido. Solo era cuestión de tiempo para que se manifestara.
El enemigo comenzó por cuestionar lo que Dios había dicho y luego afirmó que había mentido: “no morirán”. Dijo a la mujer que si aceptaba su consejo tendrían un beneficio: “Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal” (Génesis 3:5, NTV). Le aseguró que Dios mentía y que la desobediencia les iba a beneficiar. Sembró una duda sobre la bondad de Dios y la necesidad de obedecerle.

Nuestro Creador nos dio libertad para tomar decisiones y escoger. Esto abarca inclusive los pensamientos que albergamos y que van a dirigir nuestras acciones. En momentos de vulnerabilidad el enemigo aprovecha para tratar de influenciar en lo que hacemos y hasta en lo que decimos.

El Señor Jesucristo fue hombre, padeció y fue tentado. Él también conoce lo que son las luchas en los pensamientos. En el libro de Hebreos dice: “Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos” (Hebreos 4:15-16, NTV).

No permitamos que una duda nos aleje de nuestro lugar seguro, nuestro refugio es Jesucristo. Guardemos el corazón (Proverbios 4:23, NTV).

Dios te bendiga.

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Otras referencias:
2002, Manual Bíblico Ilustrado primera edición, Editorial Unilit, Miami FL 33172
2020, Jamieson, Fusset, Brown – Comentario Exegético y Explicativo de La Biblia Tomo I: El Antiguo Testamento tercera edición, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, TX, 79904.