Joven Escucha el Consejo de tus Padres
Dra. Moraima De Hoyos-Ruperto
«Hijo mío, fruto de mis entrañas, …¿qué más te puedo decir?»
– Proverbios 31:1
Durante esta semana hemos estado en varias ocasiones compartiendo diferentes asuntos de la palabra que se encuentra en Proverbios 31. Hoy lo que deseo compartir va dirigido a los jóvenes.
Proverbios 31 comienza diciendo:
«Hijo mío, fruto de mis entrañas,
respuesta de Dios a mis ruegos,
¿qué más te puedo decir?»
Este Proverbio está siendo escrito por la madre del Rey Lemuel de Masá, cuando ya era Rey. Dice en el mismo título del proverbio que este es el consejo que la madre le está dando a su hijo, que ya está en una posición de autoridad.
Esto me puso a pensar, que no importa los años, la posición o el poder que tengas, debes escuchar el consejo de tus padres. Ellos tienen una palabra de sabiduría para tu vida.
A través del consejo de esta madre a su hijo, hoy nosotros también somos aconsejados. Aquí un resumen de algunos puntos importantes:
Ten cuidado con quien te unes. Hay personas que son de perdición para nuestras vidas. No te dejes llevar por lo exterior, que es pasajero, sino por el interior que es lo que perdura.
No te des a la bebida. Los ebrios pierden el juicio, se olvidan de lo que Dios ha dicho y hacen cosas inadecuadas para ellos y los otros.
Lucha por la justicia. Se justo, misericordioso y defensor de los necesitados. No te aproveches de los débiles.
Escoge bien la persona con la que vas a compartir tu vida. Lo que detalla cómo la mujer virtuosa, pero que yo hoy quiero llamar también el hombre virtuoso. Escoge bien a esa persona con la que vas a compartir el resto de tu vida. Procura que sea una persona que esté dispuesta (o) a honrar la unión matrimonial y su futura familia.
El Rey Lemuel podía hacer lo que quisiera por su poder y autoridad, pero su madre se preocupó por recordarle los valores que debían dirigir su vida para que todo le fuera bien.
Te toca ahora decidir si vas a escuchar el consejo bíblico que te da Proverbios 1:8-19(DHH)
«Consejos a los jóvenes
Hijo mío, atiende la instrucción de tu padre
y no abandones la enseñanza de tu madre,
pues serán para ti un bello adorno:
como un collar o una corona.
Si los pecadores quieren engañarte,
¡no se lo permitas, hijo mío!
Tal vez te digan: «Ven con nosotros;
por capricho tenderemos una trampa
para matar a algún inocente cuando pase.
Nos tragaremos vivos a los hombres honrados
como se traga la muerte a quienes caen en el sepulcro.
Tendremos toda clase de riquezas,
¡llenaremos nuestras casas con todo lo robado!
Ven y comparte tu suerte con nosotros,
y comparte también nuestro fondo común.»
¡Pero no vayas con ellos, hijo mío!
Aléjate de sus malos caminos,
pues tienen prisa por hacer lo malo;
¡tienen prisa por derramar sangre!
Aunque no vale la pena tender una trampa
si los pájaros pueden verla,
esos hombres se tienden la trampa a sí mismos
y ponen su vida en peligro.
Tal es el final de los ambiciosos:
su propia ambición los mata.»
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