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Contrastes

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Karen Valoy

“Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.”  – Mateo 19:22 (RV60)

“De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca”. –  Marcos 12:43 (RV60)

El Señor no responde de acuerdo a las impresiones que se pueden ver a simple vista, sino a lo que el ojo humano no puede apreciar; las intenciones del corazón. 

Mateo 19 narra que un joven rico se acercó al Maestro con una pregunta sincera, “¿qué bien haré para tener la vida eterna?” (v. 16). Sin embargo, la respuesta del Señor en lugar de ser motivo de gozo fue motivo de tristeza. Nadie mejor que Jesús podía satisfacer su necesidad de conocer el camino a la vida eterna, nada como un encuentro con Él para causar regocijo. Pero el Señor le contestó con una confrontación que le causó dolor. “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme” (v. 21).

Por otra parte, Marcos 12:41-44 registra que una viuda pobre dio como ofrenda en el templo dos monedas que constituían todo su sustento. La Palabra no indica que el Señor se dirigiera a ella para darle algún elogio. Sin embargo, llamó a sus discípulos y les enseñó que esa ofrenda había sido la mayor de todas las que se depositaron en el arca en esa ocasión.  Seguramente ella no pensó en que iba a llamar la atención del Maestro, ni en que su gesto quedaría registrado en la Palabra de Dios siendo utilizado para enseñar a sus discípulos por más de dos mil años. Tampoco el joven rico.

Tanto el joven como la viuda se acercaron a Dios; él con una pregunta relacionada a su salvación, ella al ofrendar de sus bienes. Ninguno esperaba la respuesta que recibió. Aunque la Escritura no registra que ella se enterara de las palabras de Jesús sobre su ofrenda, recibió una respuesta; un elogio, un reconocimiento de Él. Seguramente le fueron añadidas las cosas que necesitaría más adelante; en Mateo 6:31-33 (RV60) dice – “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.

¿Quién podía saber que el joven sentía apego por las riquezas? ¿Quién podía saber que la viuda estaba ofrendando todo lo que tenía? El Señor no respondió de acuerdo a las impresiones que ellos podían causar a las personas que estaban a su alrededor ni a lo que se podía verse a simple vista, sino a lo que el ojo humano no podía apreciar. Mientras todos veían a un joven rico y a una viuda pobre, el Señor por el contrario reaccionó ante un pobre joven cuyo corazón estaba ligado a sus posesiones y ante una mujer actuando conforme a la riqueza de su fe, al amparo de su Dios.

Es posible que nuestra condición esté en un punto medio entre el joven rico y la viuda pobre. ¿Luchamos entre nuestros apegos y el desprendimiento de ellos para rendirlo todo al Señor? Cuando aceptamos y abrazamos la confrontación del Maestro, posiblemente más adelante también recibiremos su reconocimiento.

Bendiciones.