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Cuando la Frustración Llega

Cuando la frustración llega
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Dra. Moraima De Hoyos-Ruperto

“Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Sinaí, la montaña de Dios»
– 1 Reyes 19:8 
La biblia relata una historia bien relevante para nosotros en estos tiempos, referente al profeta Elías. En un momento dado de su vida, Elías tuvo un enfrentamiento ante unos hombres y Dios le dio la victoria de forma visiblemente milagrosa (1era Reyes 18). Fue tan milagroso el hecho que Elías ganara durante el enfrentamiento que tuvo con sus enemigos que él ni nadie podía tener duda alguna de que Dios lo había hecho. Así que Elías sabía que Dios estaba con él.  Sin embargo, luego de tan notoria victoria, se levantó un gran enemigo contra Él; la reina Jezabel. 
Entonces Elías cayó en una gran “depresión” y frustración porque fue amenazado de muerte, directamente. Es fácil para nosotros, que no estamos en la situación del profeta decir:
“¿Cómo es posible que cayera en una depresión y frustración, si él sabía que Dios estaba con Él?”  
 Pero ¿sabes qué?
 A nosotros nos pasa igual.  Dios ha hecho grandes maravillas en nuestras vidas.  Milagros de salvación, sanidad y provisión, pero llega un momento en nuestras vidas donde se levanta un gran enemigo que pide nuestra cabeza y sentimos que el mundo se nos cae y que no tenemos fuerzas para seguir adelante.   Y podemos actuar como Elías:
“Y anduvo caminando todo un día en el desierto. Después se sentó debajo de un arbusto, y estaba tan triste que se quería morir. Le decía a Dios: «¡Dios, ya no aguanto más! Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados» (1ª Reyes 19:4).
Elías, se sentía espiritual, física y mentalmente cansado, al punto que solo quería dormir (1ª Reyes 19:5 y 6).
¿Te has sentido así, alguna vez? 
No hay duda de que Elías era un hombre de Dios, pero como humano era muy fuerte todo lo que estaba enfrentando.  Fue una batalla muy fuerte a nivel espiritual, física y mental.  Como ser humano se cansó. Igual nos puede pasar a nosotros. 
La buena noticia es que Dios no se cansa.  Dios, aun en medio de nuestra debilidad se glorifica.  Dios sigue peleando por nosotros.  Dios sigue cuidando de nosotros.
Mira el cuidado de Dios en la vida de Elías (1ª Reyes 19:6-9):
Mientras dormía, un ángel lo tocó y le dijo: «¡Levántate y come!». 6 Elías miró a su alrededor, y cerca de su cabeza había un poco de pan horneado sobre piedras calientes y un jarro de agua. Así que comió y bebió, y volvió a acostarse.7 Entonces el ángel del Señor regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti».
8 Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Sinaí,[a] la montaña de Dios. 9 Allí llegó a una cueva, donde pasó la noche.
Dos veces fue alimentado directamente por el ángel: 
«¡Levántate y come!». 
«Levántate y come un poco más,…
Y dice el relato: “…se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al monte Sinaí,[a] la montaña de Dios….”
Dios en su infinito amor y misericordia nos envía ángeles (amigos, hermanos, esposo, familiares) para que nos levanten el ánimo cuando nos sentimos decaídos.  Esos ángeles, nos dan alimento; muchas veces físico, pero sobre todo emocional y espiritual para poder seguir nuestro caminar hacia la voluntad de Dios. 
En el momento que te sientas frustrado, triste, cansado, agotado y/o agobiado, descansa.  No hay nada de malo en descansar.  Deja que Dios mismo envíe sus ángeles para que te alimenten.   Aliméntate del pan que Dios te envía a través de su palabra y la provisión que envía a través de tus amigos, familiares y hermanos. 
Luego, recobra fuerzas y sigue haciendo lo que Dios te ha llamado hacer. 
 Bendiciones

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