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Que Tu Espíritu Me Guíe a tu Presencia
Dra. Moraima De Hoyos-Ruperto
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.”
– Salmos 143:10
A través de los Salmos vemos un sinnúmero de peticiones de ayuda. Si los leemos con diligencia, podemos notar que el corazón del escritor es hacia buscar la dirección, favor y presencia de Dios. En los escritos podemos ver el reconocimiento de sus limitaciones y debilidades.
En Salmos 143:10 encontramos una de esas peticiones.
“ Enséñame a hacer tu voluntad”
Si el escritor está pidiendo ser enseñado a hacer la voluntad de Dios es porque reconoce que no es algo que sale naturalmente de él.
Hacer la voluntad de Dios, implica ir contra nuestra naturaleza pecaminosa (humana) y vivir conectados al espíritu de Dios. Esa es precisamente la gran lucha de la humanidad. Dejar la vida natural para poder vivir la vida espiritual que Dios quiere que vivamos. Ello conlleva, muchas veces renunciar a nuestros deseos, anhelos, gustos, pasiones, sentimientos, emociones, para hacer la voluntad de Dios. Voluntad que podemos encontrar a través de toda la Biblia y eso no es fácil.
El Salmista reconociendo esto. Pide socorro del cielo:
“ …porque tú eres mi Dios;…”
El reconocía que Jehová era su Dios, pero también que necesitaba su ayuda para poder sobrepasar su carne (humanidad) y así poder hacer su voluntad.
“…tu buen Espíritu me guíe a tierra firme.”
La voluntad de Dios es que caminemos en tierra firme. En otras versiones en lugar de tierra firme dice: terreno sin obstáculos, en el buen camino, tierra llana y tierra de rectitud.
En momentos en la vida donde sentimos que no sabemos por donde caminar o simplemente nos ha tocado caminar por una tierra que no es firme y parece hasta arena movediza que nos va ahogar, clama al Dios de la buena tierra. Reconoce que Él es Dios y pide su guianza. De seguro el te sacará del lodazal y te pondrá en tierra firme y buena.
Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso; asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. (Salmos 40:2)
Bendiciones
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