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El Fruto Del Amor En El Hogar
Félix Muñoz
Diácono de la Iglesia Bautista Resurrección de Kissimmee, FL
«Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador»
– Efesios 5:21-23
Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne (Efesios 5:28-31).
Nunca tendremos una verdadera idea de cuanto hemos crecido en ninguna de las características del fruto del Espíritu Santo si no lo meditamos en relación con nuestras actitudes en el hogar. Es decir, nuestra familia será nuestro juez más justo. Somos lo que realmente demostramos ser en el seno de nuestra familia. Podemos dar la impresión de ser personas amorosas en el trato con los demás en la calle, en el trabajo y hasta en la iglesia; pero no manifestar ese mismo amor con los que viven con nosotros cada día en la casa: la familia.
Hoy les invito a meditar en la obra del Espíritu que produce el amor de Dios en nosotros y como esto lo manifestamos con los nuestros en el seno familiar.
Mujer cristiana: ¿Cuánto tiempo diario dedicas a orar por tu esposo para que sea un hombre espiritual, que sepa actuar en todo momento como el sacerdote de la familia? ¿De qué forma contribuyes en esto?
Hombre cristiano: ¿Qué estás aportando a la buena crianza de tus hijos modelando a Cristo con tus acciones, aptitudes y buen ejemplo? Los hijos necesitan unos padres que les den ejemplo de integridad, santidad y temor de Dios, más que lujos, caprichos y comodidades.
Hijos cristianos: el fruto del Espíritu Santo en sus vidas se debe manifestar por medio del amor con que amen y obedezcan a sus padres. El amor a Dios y a los padres se expresa por medio de la obediencia. Jesús nos dejó esta enseñanza: Si me amáis, guardad mis mandamientos (Juan 14:15). Recuerden que hay una gran promesa de vida y bendiciones para aquellos hijos que honran y obedecen a sus padres (Efesios 6:2-3).
Hoy, más que nunca, la familia está en la mira de los ataques del enemigo. Satanás sabe que la familia sana produce una sociedad sana, por eso ha recrudecido sus ataques a los miembros de las familias. Les invito a que se revistan del amor de Dios y la presencia de Cristo en cada una de sus vidas, para que juntos como familia cristiana, luchemos con fe y valentía por nuestros matrimonios y nuestros hijos. Que la cobertura del Altísimo esté sobre cada hogar en que su Santo nombre es invocado.
«Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican» Salmo 127:1
«Si quieres hacer planes para un año, siembra granos. Si quieres hacer planes para diez años, planta árboles. Y si quieres hacer planes para cien años, instruye en el amor de Dios a tu familia.»
Que Dios los bendiga.
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