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El Verdadero Propósito de Nuestras Vidas

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Yadira Campis & Jaime Medina

Yadira Campis & Jaime Medina

“Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; Mas el hombre entendido lo alcanzará”
– Proverbios 20:5
En el primer capítulo del libro de Génesis (el primer libro del Antiguo Testamento) aprendemos sobre la creación.  Allí se nos explica como Dios trabajó detenidamente por 6 días en la creación física de la tierra (separación de la luz y las tinieblas, el cielo, la tierra, la noche y el día, los seres que habitan en las aguas y en el cielo y todas las especies animales terrestres). En ese mismo capítulo se nos explica sobre la creación del ser humano. Pero si meditamos bien en las escrituras entenderemos que todo fue creado en un orden y con un propósito. Como dice una famosa frase “Él lo tenía todo perfectamente calculado” desde el principio de la creación. Dios lo creo todo con un propósito, desde el espacio que formó para separar las aguas de la tierra de las aguas de los cielos (Génesis 1:6), la creación de los seres humanos a su imagen y semejanza (Génesis 1:26), hasta la creación de la mujer como ayuda idónea del hombre (Génesis 2:18,21-23).        
Isaías 43:7 deja claro que Dios creó al hombre para su gloria, de modo que el propósito fundamental del hombre es glorificar a Dios. No obstante, sabemos que Dios tiene un propósito específico en la vida de cada uno de los que en él creen y confían. Como nota aclaratoria ese propósito de Dios en nuestras vidas no es precisamente comer, trabajar, dormir y/o morir. Recordemos que no somos un accidente, un error, y mucho menos una casualidad de la vida. Nuestro nacimiento ya estaba planificado desde la creación del mundo (Salmo 139:13-16).  Este ejemplo lo podemos ver en la vida del profeta Jeremías. Jeremías fue elegido para ser profeta antes de haber nacido y fue llamado a profetizar siendo muy joven. Sin embargo, Jeremías no entendía el propósito de Dios en su vida diciéndole al Señor que él no podía profetizar pues era muy joven y no sabía hablar (Jeremías 1:5-6). En ese momento Jeremías no entendía que Dios ya tenía un propósito en la vida de él. “…pero es el propósito del Señor que prevalece” Proverbios 19:21.                            
Nosotros, como cristianos, tenemos un mismo propósito y objetivo en nuestras vidas. Ese propósito es glorificarlo, adorarlo, alabarlo, hacer su voluntad, predicar el evangelio y luego gozar junto a él por la eternidad. Pero como ente individual, también buscamos y anhelamos llevar acabo el propósito que Dios ha diseñado para cada uno de nosotros
¿Sabías qué tenemos el privilegio de nacer con un propósito y un llamado específico en nuestras vidas? ¡En ocasiones podrían ser más! Pero, este propósito y/o llamado podría ser descubierto para así tocar muchas vidas. Muchas veces solemos decir que estamos muy ocupados en nuestras vidas, que no nos damos cuenta del propósito que nuestro Dios nos ha otorgado. Estamos impulsados por las exigencias de la vida y no nos damos cuenta de que Dios siempre tiene un propósito mayor en ella. Debemos entender que el propósito o llamado de Dios debe estar siempre en primer lugar en nuestras vidas. Repito el propósito de Dios no es lo que nosotros queremos, es lo que Dios quiere para nosotros. Puede ser que esa nueva oportunidad de empleo, ese negocio con el cual tanto soñabas, o esa pareja que pensaste que estaría junto a ti por toda la vida, no sean los propósitos de Dios para tu vida.  Hay que confiar en los planes del Señor “Porque yo se los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad al fin de darles un futuro y una esperanza” Jeremías 29:11… Bendiciones

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