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Que Mi Lengua Sea Mi Mejor Testimonio

Mi lengua mi mejor testimonio
Yadira Campis & Jaime Medina

Yadira Campis & Jaime Medina

Vivan sabiamente entre los que no creen en Cristo y aprovechen al máximo cada oportunidad. Que sus conversaciones sean cordiales y agradables, a fin de que ustedes tengan la respuesta adecuada para cada persona”.
– Colosenses 4:5-6 NTV
Es muy cierto de que el cristianismo, en la mente de muchos, está únicamente asociado en llevar una vida dentro de una congregación rodeados exclusivamente de creyentes. Lamentamos indicarle que la vida cristiana también debe ser practicada sabiamente con los de afuera, pues El Señor está interesado en nuestra interacción con el mundo y que aprovechemos bien la oportunidad (Colosenses 4:5). Por esto es de suma importancia la forma en que hablamos y/o nos expresamos. Colosenses 4:6 enfatiza en este punto que a menudo debemos recordar, no solo al predicar el evangelio, sino en nuestras conversaciones en general. 
Las recomendaciones de los versículos 5 y 6 del capítulo 4 son comportarse sabiamente con los no creyentes, y aprovechar bien el tiempo, que las conversaciones sean siempre agradables y de buen gusto y que deben saber también cómo contestarse los unos a los otros.
“Compórtense sabiamente con los no creyentes”, se refiere a que la vida de un cristiano no se vive solamente entre los creyentes. Por lo que nuestro comportamiento y nuestras acciones deben ser un ejemplo para los incrédulos y para el mundo. Por otro lado “…y aprovechar bien el tiempo” al máximo, dado que la oportunidad perdida nunca se recuperará. Hay que aprovechar cada oportunidad para ser una influencia positiva sobre otros y para hablar de Cristo. 
“Que las conversaciones sean siempre agradables y de buen gusto”. La palabra agradable es sinónimo de amable, placentero, grato. Entonces, la palabra agradable en realidad nos muestra la manera en que debemos hablar con los demás. Cuando analizamos este sabio consejo rápidamente viene a nuestra mente la lección que aprendimos de infantes; no es lo que dices, sino cómo lo dices. Esta lección la hemos inculcado en nuestros hijos. Les explicamos que tienen todo el derecho a expresarse y/o exponer sus puntos de vista, pero que antes de hablar analicen lo que van a decir, y de esta manera se pueden evitar errores de los que luego se vayan a arrepentir por el mal uso de la lengua y que esta opinión o mensaje que desean expresar dirá mucho sobre quiénes son. En Efesios 4:29 DHH vemos como Pablo les aconseja a los gentiles a que “no digan malas palabras, sino sólo palabras buenas que edifiquen la comunidad y traigan beneficios a quienes las escuchen”. Evitar la existencia de palabras corruptas, violentas o deshonestas. Que nuestras palabras sean un reflejo de lo que verdaderamente somos.
Así como “…deben saber también cómo contestar a cada unose refiere a aprender el cómo comunicarnos entre sí y educarnos en cómo responder correctamente en cada situación. Como embajadores de Cristo debemos estar preparados para contestar todo tipo de preguntas sabiamente. Son de gran agrado las conversaciones entre personas que saben escuchar, que muestren respecto y que son empáticos, aunque tenga pensamientos diversos. 
Luego de analizar Colosenses 4:5-6 estaremos listos para responder a la siguiente pregunta ¿son las palabras que salen de nuestras bocas un reflejo de lo que realmente somos?                
No importa con quién hablemos, procuremos que nuestras conversaciones sean agradables, con sabiduría y de buen gusto. Aprendamos a responderles a los demás con respeto y compasión. Pero, sobre todo que las palabras que utilizamos en nuestro diario vivir sirvan para glorificar a Dios donde quiera que estemos. 
Bendiciones   

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