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No Se Levantará El Que Te Hizo Daño

No Se Levantará El Que Te Hizo Daño
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Sandra Quiñones Barriera

Vean cómo fracasan los malvados: ¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!
– Salmos 36:12 (NVI)
7 ¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!
Todo ser humano halla refugio
a la sombra de tus alas.
8 Se sacian de la abundancia de tu casa;
les das a beber de tu río de deleites.
9 Porque en ti está la fuente de la vida,
y en tu luz podemos ver la luz.
10 Extiende tu amor a los que te conocen,
y tu justicia a los rectos de corazón.
11 Que no me aplaste el pie del orgulloso,
ni me desarraigue la mano del impío.
12 Vean cómo fracasan los malvados:
¡caen a tierra, y ya no pueden levantarse!
Salmos 36:7-12 (NVI)
En medio de un proceso difícil, doloroso o de mucha angustia y lágrimas llega la incertidumbre sobre nuestro futuro y el de nuestra familia.   En ese momento aún los cimientos que sustentan nuestra vida espiritual son movidos y nos hacen quebrantar.  Es este el momento dónde a pesar de tener conocimiento de la palabra de Dios y de vivir declarándola constantemente, llegan situaciones en las cuales nos asalta la duda.  Es ahí, en medio de los sollozos que encontramos esta palabra tan pertinente y propicia donde sentimos ese abrazo consolador que nos dice; estoy contigo…
Vs. 7-8.  ¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!
Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.
8 Serán completamente saciados de la abundancia de tu casa,  Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.
Esta es una exclamación que sale directo del corazón del Salmista.  Tenemos que reconocer, que no importa lo duro de la situación y lo solo que te hayas sentido, hay algo que no podemos ignorar; la misericordia de Dios siempre estará, no se agota, es increíblemente hermosa y sublime.  Él es Dios, por tanto, tenemos la alternativa de refugiarnos bajo la sombra de sus alas.
Como Cristianos nuestra primera opción debiera ser recurrir a Él.   Sin embargo, en muchas ocasiones, intentamos pelear con nuestras fuerzas lo que Dios ya ha vencido. De todas formas, nuestro  Dios amoroso y compasivo nos recibe cuando decidimos refugiarnos en Él.  
Ruego al Padre Celestial que podamos reconocer que Él es un Dios vencedor.  
Ruego al Padre Celestial que  aprendamos a confiar en sus promesas.
Ruego al Padre Celestial que  en medio de nuestras batallas le demos  el primer lugar, porque Él es Dios justo.
En el vs. 8 hay una gran promesa que trae consigo mucha bendición.   Esto me llena de mucho ánimo y esperanza;  «seremos completamente saciados»
¿Podrá usted creer esto?
 En su misericordia seremos totalmente saciados de las grosuras de la casa de Dios.  ¿Qué puede haber en la casa de Dios, que podamos llamar grosuras?
  1. Salud
  2. Buena economía
  3. Llenura de su Espíritu Santo
  4. El fruto del Espíritu Santo
Esto me recuerda una visita a la repostería.  En la repostería puedes ver una gran variedad de dulces y pasteles (bizcochos).  Imagínate que te digan: escoge el que más desees”.   Probablemente te llega la duda e indecisión , por qué no sabes cual escoger.   Sin embargo, en el caso nuestro, dice la palabra que seremos completamente saciados, no tenemos que escoger, porque experimentaremos la llenura del Espíritu ; la saciedad de Dios. ¡Aleluya!
Vs. 9  Porque de ti brota el manantial de la vida; En tu luz vemos la luz.
Para Dios no hay medida ni porción.  Él trabaja en lo completo, en lo integral.
¿Todavía deseas alcanzar las cosas por tus propias fuerzas?
Vs. 10-12
Prolonga tu misericordia en los que te conocen,
Y tu justicia en los rectos de corazón.
11 Que el pie del orgullo no me alcance,
Ni la mano de los impíos me empuje.
12 Ved cómo caen los hacedores de iniquidad;
Son derribados, y no podrán levantarse.
No podemos seguir mirando hacia atrás.  No podemos seguir sacando lo que Dios ya trabajó.
Tenemos que continuar.  
Tenemos que proseguir nuestro camino.  
Aún cuando tus enemigos te amenacen y levanten sus manos contra ti, o  vengan con maldad y venganza sobre tu casa; dice la palabra de Dios, y yo lo recibo, que: Dios detendrá sus manos y pies, hará que caigan, serán derrivados y no se podrán levantar.
¡NO TEMAS!
Dios defenderá tu casa; 
Dios te llenará de las delicias de su casa;
con razón el Salmista expresaba:
¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!

Reflexión Recomendada: Tu Misericordia, Oh Jehová, Es Para Siempre

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