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Todo a su Tiempo

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Yadira Campis & Jaime Medina

Hace aproximadamente 20 años, mi esposo estaba completando su maestría en educación y yo recién me había graduado de la universidad. Ya contábamos con nuestros trabajos permanentes, y una amiga nos recomendó que recibiéramos en nuestro hogar a un analista financiero. Éramos jóvenes, pero siempre tuvimos algo muy claro desde el principio de nuestro matrimonio “Una casa se edifica con sabiduría y se fortalece por medio del buen juicio” (Proverbios 24:3). Aunque para nuestro entender vivíamos bien y con tan solo 4 años de casados ya éramos propietarios de nuestra primera vivienda accedimos a la visita del analista financiero.                                        
Lo recuerdo perfectamente, era una mujer muy amable y profesional en su área y la invitamos a que se sentara en nuestro humilde comedor. Ella comenzó a explicarnos cuál era su función y el de la compañía que ella representaba, y nos explicó la importancia de tomar las decisiones más apropiadas para nuestro futuro familiar y financiero. Luego todo lo que nos preguntó era relacionado al aspecto financiero: ¿Que metas generales ustedes tienen a corto y/o largo plazo? ¿Cuáles son sus metas personales y metas matrimoniales? ¿Qué les gustaría alcanzar o realizar a corto plazo?  Mi esposo contestó que su meta a corto plazo era poder visitar a Disney World y yo contesté que mi meta era tener una guagua SUV bien grande como esas Sequoia de la Toyota. Y ambos coincidimos en que soñábamos con ser propietarios de un centro de terapias, un programa de actividades extracurriculares para jóvenes o tal vez un centro de cuidado de niños y que por último soñábamos con poder viajar alrededor del mundo. Entonces ella se encargó de evaluar nuestra situación financiera y luego de hacer los cálculos matemáticos, concluyó nuestra consulta. La analista nos recomendó a que fuéramos un poco más realistas y afrontáramos la realidad, pues con nuestros ingresos no íbamos a poder viajar y mucho menos tener una SUV. Mi esposo muy cortésmente le contesto “tal vez en este momento no podamos realizarlo, tal vez este no es nuestro tiempo, pero usted nos preguntó y nosotros le contestamos”. En ese momento nos disgustó un poco su reacción pues como experta en su área podría habernos desarrollado un plan financiero que nos encaminara a alcanzar las metas de corto y largo plazo, en lugar de esfumar nuestros sueños y dejarnos caer el ánimo.                                                
Nosotros los seres humanos tenemos muchas metas y/o planes en nuestras vidas, pero nuestro deber es reflexionar sobre cuáles son las prioridades de Dios en nuestras vidas y que es lo que Él quiere que hagamos. Eclesiastés 3:1 nos dice Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora pero siempre teniendo en cuenta que todo llegará a su tiempo, si así es la voluntad del Señor. Te animo a que traces metas en tu vida y las pongas en las manos del Señor. Él sabe lo que te conviene y cuando te conviene.                                                               
 Para concluir quiero compartir con ustedes que el camino que Dios ha trazado en nuestras vidas ha sido mucho más largo que las metas que nosotros teníamos hace 20 años. En el 1999, a un año de aquella consulta, pudimos viajar a Orlando, Florida y mi esposo pudo visitar Disney World como tanto había soñado y yo (10 años más tarde) pude comprarme la SUV siempre soñada.
“El reloj de Dios es tan perfecto, su tiempo es preciso y maravilloso”                                               

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