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Una Buena Conciencia

Una Buena Conciencia
 Nilsa Santiago Castro

Nilsa Santiago Castro

“teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.” 
– 1 Pedro 3:16
Significado de conciencia en el diccionario español: Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.
La palabra “conciencia” en español viene de dos raíces del latín: el prefijo con y la palabra ciencia que significa saber. La conciencia es ese juez interno que nos da testimonio, que nos permite estar conscientes del bien y el mal en nuestras acciones. 
La conciencia moldea a las personas. Como creyentes necesitamos llenar nuestra mente, en todo tiempo, con las verdades de las escrituras y someternos a la Palabra de Dios.  
Hay dos tipos de conciencia: la limpia y la sucia.  La conciencia funciona como un tragaluz o ventana que permite que entre la luz.  Si entra la luz de la verdad de Dios esto resulta en una “conciencia limpia”.  Pero, si insistimos en desobedecer, la ventana se ensuciará hasta que la luz ya no puede entrar.  Esto lleva a una “conciencia sucia” que ya no es sensible a lo que es bueno o a lo que es malo.
El Nuevo Testamento, nos habla de dos discípulos que le fallaron a Jesús, en los momentos más difíciles de su vida como ser humano.  Uno fue Pedro, un humilde pescador que amaba a Jesús, que estuvo dispuesto hasta de morir por él, pero llegó un momento en su vida en el cual lo negó 3 veces. 
Y en ese momento, mientras Pedro aún hablaba, el gallo cantó.   En ese mismo instante el Señor se volvió a ver a Pedro, y entonces Pedro se acordó de las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes de que el gallo cante, me negarás tres veces. Enseguida, Pedro salió de allí y lloró amargamente.  (Lucas 22:60-62)
Y la misma noche, en que Pedro negaba a Jesús abiertamente, otro discípulo lo traicionaba secretamente.  Ese discípulo fue Judas, quien ando con Jesús, fue testigo de los milagros que hizo, pero lo traiciono por 30 piezas de plata. 
Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que Jesús había sido condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata… Entonces Judas arrojó en el templo las monedas de plata, y después de eso, salió y se ahorcó.  (Mateo 27:3,5)
Esa misma noche, ambos hombres le fallaron a Jesús.
¿Pero, cuál fue la diferencia entre estos dos discípulos?
Pedro se arrepintió de corazón y Dios lo usó poderosamente. Pedro fue restaurado porque entendió que Jesucristo murió por sus pecados, lo vio como su Salvador.  Dios lo utilizo para hacer grandes cosas.    Judas se arrepintió y devolvió el dinero a los sacerdotes, pero nunca entendió ni vio a Jesús como su Salvador.  Prefirió escoger un árbol de donde colgarse a sí mismo y su alma se perdió (se fue al infierno). 
Conclusión:
Una buena consciencia no depende de lo que hacemos o no hacemos, sino de lo que Jesús hizo en nuestras vidas. Yo puedo tener una buena conciencia, si entiendo y reconozco, que el castigo de mis pecados, defectos y faltas, fueron pagados completamente por Cristo en la cruz.
Para mantener una buena (limpia) conciencia debemos lidiar con el pecado que hay en nuestra vida y confesarlo inmediatamente.   
Es nuestra responsabilidad como creyente “mantener la ventana siempre limpia.”
 ¿Como se puede hacer esto? Dedicándole tiempo a la Palabra de Dios y “permitiendo que SU luz entre”.
Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, 
si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.  (1 Pedro 3:17)

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Nilsa Santiago Castro

Sobre la autora: Nilsa Santiago Castro

Nací en Mayagüez, Puerto Rico. Soy miembro de la Iglesia Evangélica Neo-Testamentaria de la Urb. Quinto Centenario del Pueblo de Mayagüez. Actualmente soy Diaconisa y Secretaria de nuestra congregación. Amo a Dios sobre toda las cosas porque reconozco que sin Él nada soy y nada tengo. Versículos Guía: Salmo 103: 1-2 1Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.

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