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Viviendo una Dependencia Total
Sandra Quiñones Barriera
“He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel.”
-2 Timoteo 4:7
Nadie, absolutamente nadie, puede vivir toda una vida en medio de una batalla. Si bien es cierto que hay procesos largos y difíciles, también es cierto que tienen fecha de caducidad. Esos momentos, esos espacios que tenemos en la vida donde hay fluidez en tranquilidad y gozo se convierten en oasis, refrigerios, descanso para nuestra vida. En realidad, de eso se trata la vida, de lidiar con las situaciones que día a día se presentan y disfrutar esos momentos de esparcimiento y tranquilidad. Así que la gran pregunta es:
¿Cómo logro una dependencia en Dios total?
A pesar de nuestras quejas en medio de las dificultades, hay cierta inclinación a tratar de resolverlas con nuestras fuerzas. Deseamos resolverlas utilizando nuestra capacidad. Al igual que cuando compramos un artefacto que necesita ser armado. El artefacto viene con las instrucciones incluidas,pero nosotros las echamos a un lado porque tenemos alguna idea de como armarlo. No es hasta que te sobran piezas que te das cuenta que algo está mal.
En lo espiritual hacemos lo mismo. Somos atraídos a tratar con nuestra capacidad limitada, de arreglar las situaciones y luego que te agotas y te quedas sin fuerzas, entonces, acudes a Dios para que te de soluciones instantáneas (como funciona el microondas) a tu desesperante situación.
No te sientas mal si te sientes aludido, todos hemos caído en esa trampa de no consultar o pedirle a Dios que nos de las soluciones correctas. Pedirle que provea las estrategias de guerra adecuadas para lidiar con la situación que estás viviendo.
Salmos 29:11 Nueva Traducción Viviente (NTV)
El Señor le da fuerza a su pueblo;
el Señor lo bendice con paz.
Crear un estilo de dependencia total con Dios es una disciplina. Mientras oraba en estos días, Dios me presentó una estampa de un padre con su hijo en brazos. Quien sujeta al niño es su papá, porque un niño recién nacido no tiene la capacidad de pensar que se va a caer y no ha aprendido a agarrarse. No puede razonar en quien lo carga o en cómo hacer para no caerse, simplemente el niño es sostenido. El razonamiento de cómo agarrarlo y no dejarlo caer depende única y exclusivamente del padre.
Este versículo en el Salmo 29:11 viene a recordarnos que nuestras fuerzas provienen del Señor y que aun en la tormenta más turbulenta, Dios nos puede bendecir con su paz.
Hemos escrito de la necesidad de intimar con el Padre:
leer su palabra (que es el manual de instrucciones),
hablar y entablar conversaciones en todo tiempo,
adorarlo, sin importar la situación que estemos viviendo, porque nuestra adoración no puede depender de las circunstancias,
y afinar nuestros oídos espirituales para poder escuchar la voz de Dios y así entender las estrategias para resolver nuestras dificultades.
Nos enfrentamos a un tiempo distinto y tenemos que provocar con nuestra intimidad que Dios renueve nuestras fuerzas y nos bendiga con su paz. Es el tiempo de ser sostenidos, es tu papá el que te carga y Él no te dejará caer.
¡AMEN!
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