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Labios Impuros

Man kneeling down in a field to pray
Picture of Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

«El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla la boca».
– Lucas 6:45
El primer capítulo de Isaías narra sobre la experiencia espiritual sobrenatural y extraordinaria que vivió el profeta al estar en la presencia del Señor.  Eso lo convierte en un testigo.  Sepa usted, que un testigo es una persona que le consta algo, tiene personal y propio conocimiento. 
Él pudo contemplar la majestad de Dios.  Expresando: “Él es alto y sublime”.  Nos ilustra sobre las criaturas celestiales que están en presencia del Señor, expresando: “Santo, Santo, Santo”, uno de los atributos divinos de nuestro Dios: Pureza.
Estando en su presencia, Isaías reconoce su condición. Delante del Señor, frente al espejo de Su Santidad, quedamos retratados tal cual somos.  Dicen que las fotos no mienten.  Al mirarnos en el reflejo de Su Santidad, estamos expuestos.  No podemos esconder nuestra perversidad.
Isaías reconoce su condición y confiesa. No tan solo su inmundicia (impureza) sino la del pueblo, la de su entorno.  Isaías habla de labios impuros.
¿Qué son labios impuros?
Labios impuros se refiere a lo que expresamos.  La Escritura nos dice en Lucas 6:45 – El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Qué hace nuestros labios impuros ante el Señor?
  1. La ira
La ira tiene muchas variedades: indignación, irritación, impaciencia, aflicción, amargura, exasperación, resentimiento, pasión, cólera, genio, ira, ira, rabia y furia; estos pueden expresarse en todo tipo de palabras malhumoradas, desde el frío ácido del sarcasmo hasta la llama caliente de la furia.
El mal genio controlado se convierte en buen temperamento, no en ausencia de temperamento. Una persona con un temperamento controlado puede lograr mucho más que una sin reservas de espíritu.  Las palabras con enojo nunca mejoran la situación.
  1. La profanación
La profanación incluye vulgaridad, lascivia, sacrilegio, blasfemia y horribles mezclas de los cuatro.  Lo peor es tomar en vano el nombre del Señor.  La gente suele decir que eso no significaba nada, que ni siquiera estaban pensando en Dios cuando mencionan su nombre. Sin embargo, el Señor no los exculpa al tomar Su nombre en vano.
  1. La mentira
Mentir es cualquier forma calculada de engaño. Hoy día, las personas se dicen mentiras unas a otras sin un sonrojo.  En ocasiones, mienten para obtener un beneficio.
Algunos encuentran su tentación en la equivocación, la exageración, la subestimación y el dar similar de impresiones erróneas. Con todas estas deficiencias de la verdad, están mintiendo.
Los labios mentirosos son una abominación para el Señor.
  1. La crítica
Se refiere «al acto de criticar, especialmente de manera desfavorable». Existe una gran diferencia entre la crítica constructiva y la crítica destructiva.
Una esposa amorosa criticará a su esposo sin que surja ningún pensamiento sin amor.  Un padre amoroso criticará a su hijo sin cesar el afecto. Un hermano amoroso criticará de la misma manera, siempre con el propósito de ayudar y no herir.
Pero la raíz de la crítica cruel es el egoísmo. Si el comentario promueve desprecio al prójimo, no edifica, DESTRUYE.
  1. Ligereza (hablar sin pensar)
En la Carta de Efesios 5: 4, el apóstol Pablo advierte contra la levedad que se define como frivolidad o jocosidad indecorosa, así como una charla tonta.  Hay una gran diferencia en el mundo entre el sentido del humor y las bromas pesadas o de mal gusto.
  1. Quejas y murmuración
Casi todos conocemos a un gruñón o quejoso, a quien nada parece correcto. Se queja a todo bajo el sol. Es la desesperación de sus amigos. Un cristiano lleno de amor, alegría y paz no se queja, a pesar de que puede estar soportando grandes pruebas. El gruñón está en rebelión, no contra circunstancias insignificantes, sino contra Dios.
Lo que expresamos con nuestros labios surge, brota de lo que guardamos en nuestro interior.  En 1 de Juan 1:9 nos dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Un serafín se acercó con un carbón encendido, purificando lo que antes fue inmundo.  ¡Que hermoso lo que Dios hace cuando confesamos el pecado, la falta o nuestra condición! ¡Nos concede Su perdón!

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