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Superando lo que Nos Detiene
Reinaldo L. García Pérez
«Naamán, … era un hombre valeroso en extremo, pero leproso.»
– 2 Reyes 5:1
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era un varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. – 2 Reyes 5:1
Cuántas veces al considerar una situación admites: “lo hubiese hecho diferente”. Algunos lo describen como errores, otros lo califican como lecciones.
La frase: “Errare Humanum Est” se adjudica a Lucio Anneo Séneca. Ciertamente errar es de humanos, pero cuando tropezamos con la misma piedra una y otra vez…es porque no hemos aprendido la lección.
Considera el testimonio de Naamán. Era un oficial del ejército Sirio, una persona investido de autoridad y prestigio como valiente hombre de guerra, pero leproso.
La lepra, es una enfermedad infecciosa producida por una bacteria. Causa lesiones progresivas y permanentes en la piel, los nervios, las extremidades y los ojos. En los tiempos antiguos, las personas con lepra eran separadas y excluidas socialmente por el alto riesgo de contagio.
Es comprensible, que Naamán considerase la salud como prioridad. Capta mi atención que este hombre escuchó la sugerencia de una joven, sirvienta de su esposa: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. – II Reyes 5:3
La joven se estaba refiriendo al profeta Eliseo. Cuando Naamán llegó con su séquito frente a la casa del profeta, éste no le recibió sino que envió un mensajero diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. – II Reyes 5:10
Esto provocó la ira de Naamán. El esperaba que el profeta le recibiera, orara y a su toque fuera sano. En su altivez, minimizó la instrucción de lavarse en el río Jordán, en contraste con los cuerpos de agua de Damasco.
La Escritura estipula que Naamán se volvió (dio la espalda) y emprendió su regreso muy enojado. En ocasiones, las situaciones que enfrentamos nos frustran. La reacción de Naamán ante la frustración expuso su corazón altivo. Él se presentó ante el profeta con unas expectativas que no se cumplieron. Naamán tuvo una crisis, una lucha interna con su orgullo que no permitía aceptar la instrucción del profeta.
El orgullo y la frustración de Naamán ante la circunstancia lo impulsó a dar la espalda y regresar. El enojo le hizo perder completamente el objetivo, ser sano.
Los siervos de Naamán se acercaron y le hablaron.
Le recordaron cuál era su objetivo, ser sano y básicamente le dijeron: No te quites por lo que te dice tu emoción. El profeta no te está pidiendo nada extraordinario…simplemente ve y lávate. Naamán consideró lo que sus siervos le dijeron y al actuar en obediencia, recibió completa sanidad. ¡ALELUYA!
Los dichos contienen sabiduría. Uno de los más conocidos es: “El hombre propone y Dios dispone”. En ocasiones, pensamos que nuestros planes son perfectos, pero al ejecutar no se hacen realidad. Las emociones nos traicionan. La adversidad expone lo que verdaderamente hay en nuestro corazón.
¿Consideras desistir? Antes de rendirte, examina tu corazón. ¿Tus pensamientos y actitudes están en sintonía con los planes de Dios? ¿Tus acciones están en sincronía con lo que Dios te ha prometido? Aférrate a lo que Dios te ha prometido y actúa en obediencia. Es tiempo de soltar todo lo que te detiene para alcanzar lo que Dios te ha prometido.
¡Escucha, considera y crecerás!
Reflexión Recomendada: ¡PROSPERA!
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