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Cuida Tus Palabras

Dios transforma
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Reinaldo L. García Pérez

«El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.»
– Lucas 6:45
Las palabras tienen poder porque lo que expresas puede edificar o destruir.  Es una gran responsabilidad.  
Podemos pensar en momentos difíciles, en los que hemos recibido una palabra de ánimo.  Situaciones complicadas en las que hemos recibido un buen consejo, sugerencia o recomendación.  
Al igual podemos recordar expresiones o palabras que nos lastimaron.  Quizás una burla o un menosprecio que marcó nuestra vida.  
Recuerdo una anécdota de un chico que tenía muy mal carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que perdiera la paciencia, debería clavar un clavo detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. 
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo el día. Después de informar a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que lograra controlar su carácter. Los días pasaron y el joven pudo finalmente anunciar a su padre que no quedaban más clavos para retirar en la puerta. 
Su padre lo tomó de la mano, y lo llevó hasta la puerta. Le dijo: «has trabajado duro, hijo mío, pero mira todos los hoyos en la puerta. Nunca más será la misma. Cada vez que tú pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves.» 
Puedes insultar a alguien, retirar lo dicho, pero el modo como se lo digas le devastará, y la cicatriz perdurará para siempre.
Maya Angelou, una escritora, poeta, cantante y activista por los derechos civiles estadounidense expresó: “Las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir”.
Jesús describe que el ser humano tiene un tesoro guardado en su corazón. Un tesoro es un depósito de cosas valiosas y preciadas.  Ese tesoro puede ser bueno o malo.  ¿Qué tenemos en abundancia?  Debemos tener presente, lo que guardamos en el corazón.
Una vez un hombre rico le entregó una canasta con basura a un hombre pobre.  Al recibirla sonrió y corrió con la canasta, la vació, la lavó, la llenó de flores y se la dio de regreso.
El hombre rico se asombró y le preguntó: ¿por qué me ha dado flores, si yo le di basura?
El hombre pobre dijo: “Porque cada uno da lo que tiene en el corazón”.
Considera lo que tienes en tu corazón.  ¿Tus palabras bendicen o maldicen?  ¿Edifican o destruyen?  ¿Animan o desaniman?
Sólo el poder de Dios puede cambiar tu ser.  El transforma desde adentro hacia afuera.  Dios tiene el poder y quiere hacer de ti un hombre nuevo.
El salmista David, expresó: 
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos;
Y ve si hay en mí camino de perversidad,
Y guíame en el camino eterno.
Salmo 139:23-24
Que la plegaria de David sea también la nuestra. ¡Cuida tus palabras!

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