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¡Te Necesito!
Reinaldo L. García Pérez
«Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.»
– Salmo 42:1
La Escritura está llena de imágenes poderosas. Leyendo uno puede cerrar los ojos y visualizar lo que expresa. El salmista nos habla de un ciervo. Un animal indefenso y vulnerable que bebe agua en quietud.
Su cuerpo necesita hidratarse, pero inclinarse para beber agua es cuando más expuesto está. Busca consumir agua en lugares tranquilos, apacibles, libre de amenazas.
El agua también es vital para un ciervo en otro sentido. El agua no sólo satisface la sed del ciervo, sino que también le proporciona una vía de escape, ya que busca un arroyo o una fuente de agua que borre el rastro de su olor.
El salmista compara su necesidad por Dios como el ciervo que busca satisfacer su sed. ¡WOW! Esa comparación es impresionante. Todos los seres humanos tenemos una pieza que nos falta, tamaño DIOS.
Muchas veces buscamos llenar ese espacio, ese vacío con muchas cosas. Pero nada en el mundo puede ocupar el lugar de Dios. Tener a Dios es la satisfacción del alma. Lo que me recuerda un antiguo himno:
Mira las almas como caminan
Buscando el gozo, buscando la paz
Pero no buscan a Jesucristo
El que la tiene, el que la da.
En un momento dado, Jesús se acercó a una mujer de Samaria. El Evangelio según el apóstol Juan, en el capítulo 4, versículo 4 expresa:
Y le era necesario pasar por Samaria.
Parece un detalle sin importancia, pero no para una persona cuando está en necesidad. Ese detalle puede ser todo si ese encuentro cambia tu vida.
Es interesante la conversación que ocurre en un pozo de Samaria aproximadamente al mediodía. Esta mujer vino por agua a una hora que no era la usual y lo hizo sola. Generalmente, las mujeres venían por agua más temprano durante el día y lo hacían en grupos. Podría haber sido que esta mujer tuvo una necesidad imprevista, o tal vez era una persona aislada de la sociedad.
Jesús le dice a esta mujer: “dame de beber”.
La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. – Juan 4:9
Era también muy inusual que un judío de aquel tiempo pidiera un favor o aceptara algo de tomar de la vasija de un samaritano.
La petición de Jesús realmente sorprendió a la mujer. Probablemente ésta era la primera vez que ella había escuchado un saludo amable de parte de un hombre judío.
Jesús contestó: —Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva. – Juan 4:10 (NTV)
Muchos hemos llegado a la iglesia buscando llenar un vacío, tratando de satisfacer esa sed espiritual. Sólo en Cristo encontramos el agua viva que satisface nuestra sed espiritual.
Qué tal si corremos ante el Padre. Sí, así como estamos. Tal cual somos. Qué tal si nos acercamos a Jesús con la actitud correcta y le expresamos:
¡TE NECESITO!
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