Agradecimiento
Fernando Crespo Bello
«Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha.»
– Salmo 126:5-6
Amado hermano, mucho se habla de la grandeza del inmenso amor de Dios, al dar a su hijo en sacrificio vivo, para lograr otorgar vida eterna al ser humano. Y a la verdad no existe regalo más preciado que ese amor. Sin embargo; ese inmenso amor, trae consigo el poder de la gratitud.
Muchos creyentes no han entendido realmente lo que significa dar gracias por la gracia recibida (Mateo 10:8). Estábamos muertos por nuestros delitos y pecados, sin ninguna alternativa de vida y el Señor nos amó de tal manera que entregó a su hijo amado por ti y por mí, para liberarte de la sentencia de muerte eterna.
Muchos cristianos han olvidado lo que significa la gratitud, que más que un gesto de amabilidad, es una práctica que fortalece nuestro crecimiento espiritual y es una manera gozosa de vivir y de expresar nuestra fe.
Si te consideras un creyente verdadero, debes entender que el Señor ha depositado en ti una semilla que se llama: “AGRADECIMIENTO“ y que cada día se convierte en poder, para seguir adelante en la obra redentora de Cristo.
Cuenta la historia de una mujer, que era inmensamente rica por la gran cantidad de cosas de valor que poseía. Pero su mayor riqueza eran unos diamantes que estaban valorados en millones de dólares. En una ocasión le preguntaron: ¿Cuál era la razón por la cual ella sentía tanto amor por los diamantes? Y ella respondió: “Por la inmensa brillantez que refleja”. Pero un día aceptó a Jesucristo como su Señor y Salvador y toda su vida fue transformada. Y decidió vender sus diamantes, que era su riqueza más preciada, para construir un hospital y beneficiar a las personas enfermas. Visitando el hospital, después de construido, para orar por los enfermos, llegó al cuarto de uno de ellos y vio lágrimas de gratitud que brotaban espontáneamente de los ojos de aquella persona en su cama. Al ver las lágrimas, aquella mujer exclamó: ¡Gracias Señor! Porque la brillantez de esas lágrimas, es más grande que las de cualquier diamante. ¡Gracias por tu inmensa misericordia!
Amado, en este día da gracias por las bendiciones que ya tienes y espera las nuevas que han de venir.
¡Que Dios te bendiga!
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