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Amor Sin Condiciones
Jacqueline Rodríguez
“Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”
– Jeremías 31:3
Hoy al despertar pensaba en el amor de Dios para conmigo, un amor sin condiciones, un amor inmerecido, donde no hay nada que pueda yo hacer para ganarlo. A Él le plació amarme y dar su vida por mi.
El amor de Dios es un amor de entrega, un amor sin límites, un amor que va más allá de las circunstancias. Y es que aún siendo yo pecadora, su amor por mi es incomparable. En Jeremías 31:3 dice: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”
Al pensar en que con amor eterno Dios me ha amado, es suficiente para yo amarle también y es que es fácil amar a Dios ya que: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” 1 Juan 4:19.
Esto me hizo pensar en la relación de pareja. Y es que el matrimonio es semejante al amor de Dios para con nosotros. Un amor de sacrificio, de voluntad y de entrega.
Es así como quiero amar a mi esposo. Un amor sin condiciones, no porque él lo merezca sino porque tomé la decisión de amarlo cuando contrajimos matrimonio.
Porque tomé la decisión y debo trabajar a favor de esa decisión.
Cuando entendemos esto podemos dar ese amor eterno y lo mejor de todo es que en el proceso recibiremos un amor igual.
En ocasiones podemos ver parejas quejarse por la aparente falta de amor de la otra parte. Si vemos a Dios como ejemplo podemos aprender a amar sin condiciones y a darnos a nuestro cónyuge con un amor eterno.
Cuando entendemos este concepto podemos amar y ser amados, porque dando nosotros primero recibiremos este amor que tanto anhelamos.
Busquemos fortalecer nuestros matrimonios amando sin condiciones.
¡Sean bendecidos!
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