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Clama A Mi
Reinaldo L. García Pérez
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
– Jeremías 33:3
Orar es un acto de reconocimiento y humillación. Es una expresión de reconocimiento a Dios, Todopoderoso y al mismo tiempo, una demostración de humildad porque expresa mi necesidad y dependencia.
El salmista expresó:
Reconoced que Jehová es Dios;
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Salmo 100:3
A través de la oración reconocemos que Jehová es Dios. Dudamos cuando enfrentamos incertidumbre, es inevitable. Dios disipa temores, respondiendo nuestras interrogantes. ¡Sí, Dios responde! ¿Tenemos preguntas? Dios tiene respuestas.
Job expresó:
Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
Job 42:2
En su experiencia, Job distingue que no somos iguales. No nos dirigimos hacia otro mortal. Somos finitos ante un Dios infinito. Orando podemos derramar nuestro corazón ante el Creador, expresarle nuestras inquietudes y sentimientos más profundos.
Recién casados, mi esposa y yo planificamos un viaje a Estados Unidos. Era la primera vez que íbamos a tomar un vuelo juntos. El día de partida, mi esposa estaba ansiosa. En varias ocasiones, nos tomamos las manos y elevamos una plegaria a Dios Todopoderoso.
Estando en la entrada para abordar el avión, me solicitó orar nuevamente. En ese momento, le tomé las manos y le dije:
– “No, mi amor. Ya no es tiempo de orar, ahora es tiempo de creer”.
¿Cuántas veces nos hemos sentido así? Miramos y todo lo que vemos es adverso. Sentimos frustración, impotencia y angustia. Pero el secreto está, no en poner nuestra mirada en las carencias sino en Jehová, Dios Todopoderoso, quien hizo los cielos y la tierra.
Dios conoce todas nuestras necesidades. Él es tan extraordinario que se ocupó de formarnos y darnos vida. Nos brinda todos los elementos necesarios para nuestra subsistencia. Dios hizo el sol que ilumina las plantas y éstas producen el oxígeno que necesitamos para respirar. Dios hizo el agua que hidrata nuestro cuerpo. Dios también hizo los nutrientes que nuestro cuerpo requiere. Él nos hizo, le pertenecemos. Como somos suyos, ¡Él cuida de nosotros!
Acercarse al Padre nos cambia porque solo Él sabe el tiempo perfecto. Solo Él tiene la respuesta; solo Dios tiene la solución. Confía en el Señor; persiste en la oración y aférrate a Sus promesas, que son fieles y verdaderas.
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