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Cuando lo que Dios Hace No Tiene Sentido

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Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos.
– Salmo 138:8
Durante las pasadas semanas, he estado meditando en un hermoso libro del Antiguo Testamento titulado Rut.
En la época que gobernaban los Jueces ocurrió una gran hambruna. La familia de una mujer llamada Noemí – que en hebreo significa: “dulzura” – tomó la decisión de trasladarse de Belén hacia Moab para subsistir. Poco tiempo después de mudarse, Noemí enviudó. Por lo que los hijos de Noemí trabajaron para suplir las necesidades
Los hijos de Noemí, Mahlón y Quelión, se casaron con mujeres de Moab. Una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí durante 10 años. El panorama se complica porque los hijos de Noemí también mueren. Desprovistas, el futuro de las tres viudas era incierto.
Sin embargo, estando en los campos de Moab, Noemí escuchó que Jehová había visitado su pueblo para darles pan. Con un hálito de esperanza, Noemí tomó la decisión de levantarse y regresar a Belén. Sus nueras se comprometieron en seguirla y vivir en Belén. Noemí las besó y lloró con amargura, pero intentó llevarlas a razón. “No tengo hijos, no tengo descendencia”. “No tengo oportunidad de brindarles un nuevo hogar”. La expresión de Noemí nos da a entender que ella no está en su mejor momento.
Orfa se despidió de Noemí, pero Rut se quedó con ella. Las prioridades de Orfa eran otras. Quizás volver a casarse. La opción de regresar a la seguridad. No exponerse a lo desconocido. Algunos pueden interpretar que Rut se quedó porque no tenía más opción, porque no le quedaba de otra. Sin embargo, la expresión en el inglés es «clung to her» – se aferró.
Rut, descubrió a Dios a través de Noemí. Noemí fue el instrumento para que Rut encontrara a Dios.
Puedo imaginar a Noemí, mientras realizaba con gusto las tareas del hogar. Cocinando, limpiando, trabajando en el molino, tejiendo, lavando ropa. Quizás durante el tiempo de conversación, en el trato, las formas de interaccionar, al corregir, al manejar el conflicto, al superar la dificultad. Cómo Noemí manejaba sus emociones ante la pérdida y el dolor. Sus aspiraciones y esperanzas.
Tanto Orfa como Rut compartieron momentos significativos junto a Noemí. Siendo enseñadas por Noemí, ocuparon 10 años de su vida que no pasaron en vano. La vida no era fácil, ante la dura realidad de la viudez, tuvieron que definirse.
Cuando medito en Rut, puedo ver a una mujer que aprecia a Noemí, más que una suegra se ha convertido en su madre. El vínculo es tan fuerte que no está dispuesta a renunciar a él. Estoy convencido que Rut conoció a Dios a través de Noemí. Lo que nos lleva a pensar: ¿pueden otros ver a Dios a través de mí?
Al regresar a Belén, la Casa del Pan – Noemí no estaba en su mejor momento. “Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías”. Noemí abrazó la amargura y quiso cambiar su nombre por Mara, pero Dios no lo cambió. – En ocasiones nos molestamos porque las cosas no son o no salen como pensamos y reaccionamos como Noemí. Con honestidad, nos sentimos como Mara, pero Dios nos llama por nuestro nombre.
En una ocasión, una abuelita encontró a su nieta llorando. Le preguntó qué le pasaba y la niña le contestó que se sentía triste porque quería ver las estrellas, pero no las podía ver. La abuela le abrazó y con mucha ternura secó sus lágrimas. Diciéndole: «sabes, veo las estrellas y tú las puedes ver también; pero con los ojos llenos de lágrimas no las puedes ver». – Autor desconocido.
Las emociones no nos permiten ver las cosas como son. Aunque Noemí no lo pudo ver o entender, Dios estaba obrando. ¿Regresó Noemí con las manos vacías? NO. Ciertamente, Orfa fue una yerna para Noemí, pero Dios le regaló en Rut, una hija. Quizás Noemí no recibió lo que esperaba, pero Dios le dio en Rut, la hija que necesitaba.
Aférrate a la esperanza. Mi invitación no implica negar lo que has enfrentado y experimentado sino cambiar lo que estás mirando. Job expresó: “yo sé que mi Redentor vive” – Job 19:25. El salmista David manifestó: “Jehová cumplirá su propósito en mi”. Dios es nuestra esperanza. ¡Él es fiel! Él no desampara la obra de sus manos. ¡ALELUYA!

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