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El Hombre Ante Dios

El Hombre Ante Dios
Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

¡Saludos cordiales!  Hoy emprendemos la iniciativa de compartir reflexiones bíblicas para el crecimiento y edificación del Cuerpo de Cristo.  ¡A Dios sea la gloria!

El Dr. Myles Munroe, reconocido orador y motivador internacional expresaba una gran realidad: “La mayor tragedia de la vida no es la muerte, sino una vida sin propósito”.

La Biblia narra experiencias del hombre con Su Creador.  El Génesis describe que, en el principio la tierra estaba desordenada y vacía, pero el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas (Génesis 1:2).

Me agrada este pasaje porque establece que, Dios no está distante, no es ajeno a su creación. ¡Él está presente!  Estando la tierra desordenada y vacía, el Espíritu de Dios se movía.  ¡Dios conoce el desorden!

Dios expresó: Sea la luz; y fue la luz (Génesis 1:3).  Vemos que, cuando Dios habla, Su palabra tiene poder creativo.  Dios vio que la luz era buena y separó la luz de las tinieblas.  Dios llamó a la luz Día y a las tinieblas Noche.

Es necesario tener presente que Dios ve, separa y llama.  Sí, Dios, el Creador del cielo y la tierra te conoce, te formó y te hizo con propósito. 

El fin principal y más noble del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre.  Esto implica tener una relación con tu Creador. 

El Salmo 14:2 expresa: “Dios, desde el cielo, mira a hombres y a mujeres; busca a alguien inteligente que lo reconozca como Dios”. 

Reconocer significa: diferenciar una persona de otra o que se destaque entre otras por alguna señal o particularidad.

El hombre justo (que está de acuerdo con la justicia y la razón.) reconoce a Dios.  El justo actúa con justicia.  Es preciso, adecuado en su actuar y proceder.  El hombre justo reconoce que Dios le hizo y no se hizo a sí mismo. 

Dios te hizo, eres parte de Su plan, estás incluido en Su agenda, eres parte de Su propósito. Sí, Dios nos hizo. ¡Le pertenecemos!

Dios es Santo, pero pensamos que no podemos acercarnos.  Consideramos que tenemos que ser perfectos para ser instrumentos en Sus manos.  ¿Acaso olvidas que Dios conoce el desorden? 

  • Abraham era viejo cuando Dios lo llamó y le prometió un hijo.
  • Jacob era un tramposo y tuvo un encuentro con Dios.
  • Moisés tartamudeaba y Dios lo usó para liberar al pueblo hebreo.
  • Gedeón era inseguro y Dios lo convirtió en un valiente guerrero.
  • Elías se deprimía, pero en las manos de Dios un poderoso profeta.
  • El profeta Jonás huyo de Dios.
  • Zaqueo era escaso en estatura, pero tuvo un encuentro con Jesús.
  • Tomás era incrédulo.
  • Pedro era impulsivo y temperamental.
  • Saulo fue un asesino y Dios lo transformó en apóstol.

El Espíritu de Dios quiere traer orden a tu vida.  Dios sabe lo que necesitas.  Dios te ama y anhela que le des el lugar que le corresponde.  Dios te vio, te llama y te separa.

Tenemos un gran vacío que solo Dios puede llenar.  ¿Quién mejor que Dios para guiar nuestros pasos y nuestro andar?  El principio de la sabiduría es el temor a Jehová (Proverbios 1:7). 

La Biblia habla de un hombre llamado Jabes:  E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: !Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió (1 Crónicas 4:10).

Cuando reconoces a Dios y le das el lugar que le corresponde “nada te faltará” (Salmo 23:1).  Su favor y Su gracia serán delante de ti.  El bien y la misericordia te seguirán.

Cuando le permites a Dios dirigir tus pasos, la Palabra se convierte en lámpara a tus pies y lumbrera en tu camino (Salmo 119:105).  El Santo Espíritu te guiará, te acompañará y sostendrá hasta lograr la victoria.

Haz tuyo, este pasaje de Proverbios 3:5-6

Fíate de Jehová de todo tu corazón,
Y no te apoyes en tu propia prudencia.
Reconócelo en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.

Te invito para que tomes un momento en la mañana y tengas comunión con Dios.  Entrega tu día en oración.  Que todo lo que emprendas sea dirigido por Él.  Pide a Dios sabiduría y entendimiento.  Dios tiene cuidado de nosotros.  Agradece a Dios por su provisión.  Lee la Biblia y medita en su contenido.  El Espíritu Santo te revelará lo que no comprendas.  Confía en sus promesas.  ¡En Dios haremos proezas!

¿Estás listo para caminar con Dios?

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