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Dios Me Hizo Fructificar
Reinaldo L. García Pérez
«Jehová cumplirá su propósito en mí;
Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre;
No desampares la obra de tus manos.»
– Salmo 138:8
José, hijo de Jacob, tuvo sueños. Dios le mostró lo que sería su futuro, pero no le anticipó las difíciles situaciones que enfrentaría. Sus hermanos lo detestaban por ser el preferido de su padre. El repudio era tan grande que conspiraron para venderlo. La crueldad de sus hermanos llegó al extremo de hacerle creer a su padre que un animal le había matado.
José vivió experiencias fuertes. Sus hermanos lo vendieron. Su familia, los de su entorno le traicionaron. Los mercaderes que lo compraron le vendieron como esclavo en Egipto. Privado de su libertad, ahora servía a Potifar, oficial del ejército egipcio. Estos eventos en lugar de detenerlo o hacerle desistir lo aferraban a su fe en Dios.
La Escritura constantemente señala que Jehová estaba con él. Dios bendijo todas las cosas que José hacía. Potifar se dio cuenta de que las cosas que delegaba en las manos de José prosperaban a tal grado que le ocupo, tanto su casa como sus tierras.
La esposa de Potifar vio a José con otros ojos. Quiso involucrarlo en un acto de infidelidad, pero José dejó claramente establecido que aceptar su invitación era pecar contra Dios. José era distinto a los demás. Estaba comprometido con agradar a Dios. Sus palabras y sus acciones demostraban integridad.
Aun cuando la esposa de Potifar quiso hacerle daño José se mantuvo firme. Por no acceder a su pedido, la esposa de Potifar le acusó de intentar deshonrarla por lo cual José fue encarcelado. Parecía estar todo en su contra, pero José en lugar de poner su mirada en las circunstancias o abrazar el rol de víctima profundizó su relación con Dios.
En la cárcel, Dios estaba con José. Al igual que en la casa de Potifar, el jefe de la cárcel vio que todo lo que se delegaba en José prosperaba. El jefe de la cárcel ocupó a José con las operaciones del complejo. Todo se hacía según la dirección de José. Aunque estaba obligado a servir, convirtió cada experiencia y circunstancia, no importa cuán amarga, en algo bueno.
Un día, José tuvo una conversación con dos presos, oficiales del Faraón. Ambos estaban muy tristes porque no comprendían los sueños que tuvieron. José les expresó: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora. – Génesis 40:8
Reconociendo la sabiduría divina, José interpretó ambos sueños. El sueño del copero para vida, pero el sueño del panadero para muerte. José le solicitó al copero que hablara con el Faraón a su favor porque se encontraba en la cárcel injustamente. Aunque el copero se olvidó, Dios se ocupó de José.
Dos años después, Faraón tuvo sueños que inquietaron su espíritu. Ninguno de los sabios pudo interpretar lo soñado. Entonces el jefe de los coperos se acordó de José y le habló de cómo se cumplieron los sueños que éste les interpretó. El Faraón solicitó que buscaran a José. Al expresarle su inquietud, respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón. – Génesis 41:16
José interpretó a Faraón la revelación divina. Le explicó los sueños y le sugirió las estrategias para atender la situación. Al ver Faraón la sabiduría de Dios en José le halló idóneo para atender todo lo relacionado a la preparación contra la hambruna y regir sobre toda la tierra de Egipto.
Quiero concluir con este pensamiento, José tuvo dos hijos: Manasés y Efraín. La Escritura expresa en Génesis 41:51-52:
Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.
Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.
Dios cumplirá su propósito en ti. Si Dios dijo, Él hará. Nada ni nadie puede interponerse a lo que Dios a establecido para tu vida. Aférrate a lo que Dios te ha prometido. Él te hará fructificar en medio de tu aflicción.
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