En Cristo, Todo Lo Puedo
Fernando Crespo Bello
«Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?»
– Mateo 6:26-27
Amado hermano, una de las características que más abundan en estos tiempos modernos es el afán. Vivimos con tantas preocupaciones que no tenemos paz.
Y es normal que nos afanemos por cumplir con nuestras responsabilidades, pero si tenemos todo lo necesario para cumplir, ¿por qué hacerlo?
Sin embargo; el creyente nunca debe estar afanado, porque estamos cubiertos y protegidos por el favor del Señor. Lo incierto y desconocido de nuestro futuro es lo que en la mayoría de las ocasiones causan el afán y la ansiedad. Pero cuando has conocido que tu vida está asegurada por el inmenso amor de Jesucristo, ¿Por qué afanarnos?
Cuando reconocemos a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor, aprendemos a medir lo que hacemos, no en la escala del tiempo que pasa, sino, en la de la eternidad. Es ahí donde aprendemos a dar prioridad a las cosas que son eternas. La Palabra nos dice:
¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?
Marcos 8:36
Cuenta la historia de un hombre abrumado por la fatiga, descorazonado, lleno de pensamientos turbulentos, que se dejó caer a la orilla de un río. Era tanto su afán y ansiedad por las cosas del mundo, que comenzó a pensar que los muertos eran felices, porque nada sufren y sólo descansan en paz. Pero estando en el suelo, notó a una avecilla pararse en una pequeña rama de un arbusto y pensó: “Esa pobre avecilla nada sabe de Dios, ni del Salvador; su vida está expuesta a mil peligros, muchos enemigos la acechan noche y día, no sabe si vivirá mañana, ¿Por qué está tan tranquila y confiada? El Dios que ella no conoce la ha dotado del descanso en Él y de todo cuidado; canta y se mueve muy tranquila. Sin embargo; yo, que adoro al Padre de los cielos, me consumo aquí creyendo que todo está perdido. Inmediatamente se levantó y recuperó sus fuerzas y dijo estas palabras:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Filipenses 4:13
Amado, en este día, no desmayes y confía eternamente en tu Señor. ¡Bendiciones!
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