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Escudriñemos Nuestros Caminos

Escudriñemos Nuestros Caminos
Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

«Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová»
– Lamentaciones 3:40
El ser humano, desde su creación tiene una lucha constante entre hacer lo correcto y lo conveniente.  El enemigo se acercó a Eva con la expresión: ¿Con que Dios os ha dicho…?  Una expresión sutil, que parece ser inofensiva, pero cuestiona y contradice a Dios.
El profeta Jeremías escribió el libro de Lamentaciones en un momento crítico para el pueblo hebreo.  Los babilonios devastaron la ciudad de Jerusalén y llevaron cautivos al pueblo.  Lamentaciones refleja el dolor de la injusticia y la pérdida.  Ante la dura realidad enfrentamos emociones aplastantes: ira, desesperación, miedo, soledad incluso desesperanza. 
El profeta hace un llamado relevante y pertinente: “escudriñemos nuestros caminos”.  Escudriñar, según lo define el diccionario, es examinar algo con mucha atención, tratando de averiguar las interioridades o los detalles menos manifiestos.
Cuando enfrentamos situaciones similares, es justo y necesario, hacer una pausa y considerar con honestidad, qué hemos hecho o dejado de hacer.  ¿Por qué estamos cómo estamos? ¿Cómo llegamos aquí?  Este ejercicio reflexivo nos permite, tomar medidas necesarias para rectificar.
Jesús, mediante una parábola, nos habla de un joven que le solicitó a su padre la parte de los bienes que le correspondían (Lucas 15:11-24).  El padre hizo como el joven solicitó.  Luego de colectar todo, se fue a un lugar distante.  Allí gastó sus bienes, según lo expresa el pasaje: “viviendo perdidamente”.
Por razones ajenas a su voluntad, se produjo una temporada de escasez en el lugar donde se encontraba.  Y como decimos en Puerto Rico: “se juntó el hambre y la miseria”.  El único trabajo remunerado que encontró fue alimentando cerdos.  El joven tuvo hambre, pero como no tenía con que alimentarse llegó a desear las algarrobas que consumían los cerdos.
Dice la Escritura:
Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
Lucas 15:17-19
Considera que ese “volver en sí” implica un cambio de actitud.  Escudriñar requiere una reflexión honesta y sincera.  “Volver en sí” no justifica.  “Volver en sí” no culpa a otros por lo que estoy atravesando.  “Volver en sí” es conocer la verdad, Cristo es la verdad (Juan 14:6).  Es un acto transformador que me permite comprender quien soy, donde pertenezco y para dónde voy.
Rectificar significa corregir o enderezar algo que está torcido o desviado.
Aprendida la lección, el joven rectificó.  Se levantó y fue a su padre.  No regresó con una actitud impropia y rebelde sino con un corazón arrepentido, contrito y humillado.  El padre lo estaba esperando con sus brazos abiertos.
Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello,
y le besó.
Lucas 15:20
Hoy, el Santo Espíritu de Dios nos hace un llamado relevante y pertinente:
“escudriñemos nuestros caminos”.

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