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Espera a Jehová

Espera a Jehová
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Reinaldo L. García Pérez

1 Pacientemente esperé a Jehová,
Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.
3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
Verán esto muchos, y temerán,
Y confiarán en Jehová.
– Salmos 40:1-3
Esperar no es algo que nos gusta particularmente cuando nuestra realidad es demandante y vivimos con la mentalidad: “aquí y ahora”.  El salmista David describe su vivencia como estar en un pozo.  El pozo es un hoyo, fosa, abismo o una tumba profunda.  ¿En algún momento de tu vida te has sentido así?
Al calificar la experiencia como “desesperante”, imagino que no quiere estar en ese lugar, pero no encuentra salida. Al describir que se encontraba en el lodo cenagoso, pienso que todos sus intentos no eran suficientes. Llegó al punto en el que se resigna y tiene que esperar que alguien lo rescate.
¿Por qué nos desesperamos? Primero, porque no aceptamos lo que ocurre.  Segundo, porque nos molesta que lo que estamos experimentando no satisface nuestra expectativa. Tercero, nos sentimos impotentes ante la situación.
Un rey que no creía en Dios tenía un siervo, que ante circunstancias adversas siempre decía: “¡Qué bueno es Dios! Él nunca se equivoca”. Cuando el rey le preguntaba la razón, el siervo le contestaba: “Mi rey, no se desanime ante ningún mal, porque todo lo que Dios hace es perfecto. Él nunca se equivoca”.
Un día el rey salió a cazar acompañado de su siervo, cuando un león los atacó. El siervo consiguió matar al animal, pero no pudo evitar que su Majestad saliera herido perdiendo un dedo. El siervo le dijo al rey: “¡Qué bueno es Dios! Él nunca se equivoca”.
El rey, furioso por lo ocurrido, y sin mostrarle agradecimiento por salvarle la vida, le dijo: “¿Acaso Dios es bueno? Si lo fuera yo no hubiera sido atacado y no hubiese perdido mi dedo”. El siervo le respondió: “Mi rey, a pesar de todo solamente puedo decirle que Dios es bueno y que quizá perder un dedo sea para su bien, pues todo lo que hace Dios es perfecto, ¡Él nunca se equivoca!” El rey se indignó con la respuesta de su siervo y ordenó que le encarcelaran.
El rey volvió a salir de cacería, pero ahora fue atacado por una tribu de hombres caníbales que vivían en la selva. Estos sacrificaban humanos para sus dioses y luego se comían a sus víctimas. De inmediato, comenzaron a preparar el ritual del sacrificio. Amarraron al rey y lo colocaron sobre un altar de piedra. El sacerdote caníbal se acercó para abrirle su pecho y sacar su corazón. Pero al observar las manos del rey y vio que a una mano le faltaba un dedo. Exclamó furioso: “¡Este hombre no puede ser sacrificado porque está defectuoso! Le falta un dedo y no podemos ofrecer a los dioses algo “imperfecto”. Como no les servía para el sacrificio, le dejaron libre.
Tan pronto regresó al palacio, el rey mandó liberar a su siervo y pidió que lo trajeran a su presencia. Al verlo, lo abrazó afectuosamente diciéndole: “¡Querido amigo! Ahora comprendo que Dios fue bueno conmigo. Has de saber que escapé porque no tenía uno de mis dedos. Te devuelvo tu libertad y te restituyo en tu cargo. Solo me queda una duda en mi corazón. Si Dios es tan bueno, ¿por qué permitió que estuvieses preso? El siervo sonrió y le dijo: “Rey mío, si yo hubiese estado libre le habría acompañado. Al ver que usted estaba incompleto, los caníbales seguramente me habrían sacrificado en su lugar. Por lo tanto, tenga siempre presente: “¡Qué bueno es Dios! Él nunca se equivoca”.
El hombre hace muchos planes, pero sólo se realiza el propósito divino.Proverbios 19:21 (DHH)
Esperar a Jehová implica reconocer la soberanía de Dios.  Es decir, Dios como Rey y Señor, obra como Él quiere y cuando Él quiere.
El reconocido autor A.W. Pink expresó: “La Biblia nos enseña que Dios creó todas las cosas y que Él ejerce un control completo y soberano sobre todo lo que hizo. La voluntad de Dios no puede ser cambiada. Él es Rey soberano sobre todas las cosas y nunca puede ser sorprendido por nada de lo que acontece. Él reina, sobre todo, haciendo que todas las cosas obren juntas para el bien de todos aquellos que le aman y que han sido llamados por Él para ser su pueblo. – La Soberanía de Dios.
Espera a Jehová y ten presente: “¡Qué bueno es Dios! Él nunca se equivoca”. ¡A Dios sea la Gloria!
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