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La Oración Persistente

La Oración Persistente
Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

«También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar…»
– Lucas 18:1
Jesús, nuestro modelo por excelencia, vivió en obediencia y sumisión al Padre Celestial.  Vino a cumplir con la voluntad del Padre.  Como ser humano se enfrentó a toda clase de situación.  Pudo sentir en carne propia, las cosas que vivimos y sufrimos.
Orar es un acto que requiere fe.  Según lo define Hebreos 11:1, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.  Cuando oramos, estamos reconociendo que dependemos de Dios.
Jesús trae a la atención de los discípulos, una parábola.  Mediante la ilustración, Jesús resalta la importancia de orar y de orar en forma persistente.
La Biblia nos ilustra que, en muchas ocasiones, Jesús oraba en privado, separado de los discípulos.  Nos describe que, temprano en la mañana los discípulos le encontraban orando al Padre.  Jesús siempre se acercó al Padre en oración.
El pasaje nos ilustra sobre una mujer viuda.  Las viudas eran descritas como personas vulnerables y en muchas ocasiones vulneradas.  En particular, nos señala que la viuda tenía un conflicto que necesitaba ser resuelto.  
La viuda enfrentaba a un adversario intransigente.  Con toda seguridad había intentado lidiar buscando un acuerdo razonable, sin éxito. 
¿Cuántas veces nos encontramos en situaciones similares? Esos golpes de la vida que llegan sin avisar.  Situaciones que no hemos previsto o anticipado, llegan y tenemos que enfrentarlas.  Hacemos todo lo que está a nuestro alcance, pero también nos sentimos impotentes ante otras que no podemos controlar.  
Esta viuda necesitaba justicia y acude ante el juez.  Un hombre que, según describe el pasaje, no creía en Dios y le importaba poco la opinión de los demás.  Este no quiso atenderla.  Pero la viuda no se rindió.
Ciertamente, esta viuda se encontraba en una situación difícil.  Aunque todo parecía estar en su contra, rendirse no era una opción.  La viuda decidió persistir.
Hay momentos, en los que somos probados.  Hay situaciones que nos hacen sentir prensados como aceituna.  ¿A quién acudes? ¿En quién te refugias?
El Salmista expresó en el Salmo 121
“Alzaré mis ojos a los montes; 
¿de dónde vendrá mi socorro? 
Mi socorro viene de Jehová, 
que hizo los cielos y la tierra”.
Estas situaciones, estas circunstancias nos hacen considerar lo que creemos y mirar dónde estamos parados.  La viuda no se amilanó ante su circunstancia, ante su adversario ni ante el juez.  Creyendo, se levantó.  Creyendo caminó hacia el despacho del juez.  Creyendo siguió tocando la puerta.
El juez injusto cambió de parecer.  Prefirió atenderla y hacerle justicia para que no le molestara más.  ¿Quién cambió el parecer del juez insensible?  SÓLO EL PODER DE DIOS.
Abner Himely tiene un cántico llamado: CONFIA.  En el expresa: “Sólo confía que el Señor, abrirá camino a tu favor…sólo camina”.  
Orar es un acto de reconocimiento a Dios y una expresión de nuestra dependencia hacia Él.  Todos tenemos necesidades.  Sean grandes o simples, tenemos motivos para orar.
Dios conoce todas nuestras necesidades.  Acercarse al Padre nos cambia porque solo Él sabe el tiempo perfecto. Solo Él tiene la respuesta; solo Dios tiene la solución.  Confía en el Señor; persiste en la oración y aférrate a Sus promesas, que son fieles y verdaderas.
Abner Himely – CONFIA https://www.youtube.com/watch?v=Q5-wMwgMhbk

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