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Muestra a Cristo

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Reinaldo L. García Pérez

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

El ser humano siempre está en búsqueda. Necesitamos motivos, objetivos, algo que alcanzar, razones para vivir. Dios es la razón de las razones. Y mientras que el ser humano no reconozca este hecho vivirá en un permanente conflicto.  Qué triste sería, que al final de todo, descubrir que hemos perdido la oportunidad de vivir para el único que lo vale todo: Dios.

Muchas personas hacen de las cosas materiales la principal preocupación de sus vidas, pero los creyentes en Jesucristo buscamos, antes que todas las cosas, el reino de Dios y su justicia.  Reconocemos que las cosas materiales son dadas como añadidura por Dios.

Buscar las cosas de arriba implica obedecer y vivir en la realidad de lo establecido en la palabra de Dios en cada área de nuestra vida.  A veces pretendemos buscar las cosas de arriba haciendo caso omiso de la autoridad de Su palabra. Es imposible que busquemos las cosas de arriba de espaldas a la palabra de Dios. No se puede buscar a Dios sin tomar en cuenta lo establecido en Su palabra.

Una versión bíblica católica traduce esta porción como: “saboread las cosas de arriba”, me parece una buena imagen esa de “saborear” las cosas de arriba. 

La palabra de Dios establece que daremos cuenta a nuestro Señor por las cosas que hicimos o dejamos de hacer. Por eso es tan necesario que examinemos nuestras vidas. Que escudriñemos si estamos viviendo a la manera de Dios o acaso estamos viviendo con actitudes y comportamientos que no muestran a Cristo.

Dios tiene un plan original para cada uno de nosotros, pero ese plan solo lo podemos descubrir y ver realizado, en la medida que hacemos elecciones deliberadas de desprendernos de las cosas pecaminosas y terrenales, para aferrarnos a las espirituales y celestiales.

“Poned la mira” se podría traducir también como “manteneos pensando en las cosas de arriba”.  Somos llamados a vivir una vida con motivaciones diferentes a las de las personas que no conocen a Dios. 

Estas palabras también nos enseñan que la respuesta a nuestras luchas, tentaciones y debilidades no está en los recursos humanos, sino, en los recursos que proceden de la diestra de Dios, donde está Cristo nuestro Señor y Salvador.

Este mundo vende con muy elaboradas campañas sus valores y recompensas.  El mundo ofrece placeres impuros, el cristiano prefiere los placeres que se disfrutan con una conciencia limpia ante Dios. 

El mundo ofrece hacer carreras y obtener posiciones de poder apoyados en la altivez y en la soberbia.  El cristiano prefiere la cruz de su Señor y aprender de aquel que es manso y humilde de espíritu hallará descanso para su alma. 

El mundo ofrece ganancia de dinero y otros bienes de forma fácil e ilícita.  El cristiano recuerda a aquel quien no tenía donde recostar su cabeza y dijo que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. 

El mundo muestra desprecio a la fe, pero los creyentes sabemos que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios; que nada puede hacer el hombre contra él.

El creyente está claro en su posición, no vivimos para tales fines. Hay un objetivo superior que ahora define y proyecta nuestra vida: glorificar a Dios y fructificar para él.

Que todo lo que hagamos, muestre a Cristo.