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Pensamientos Tóxicos

Pensamientos tóxicos
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Jacqueline Rodríguez

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”  
– Filipenses 4:8
Recuerdo de niña, escuchar a mi madre frustrada decirme palabras como: “no seas boba, que jíbara eres” de forma despectiva; esto cuando yo hacía algo que no era lo que ella esperaba. Solemos ser demasiado fuertes con nosotros mismos, con nuestra pareja y hasta con nuestros hijos. Medimos los errores de tal manera como si fueran un pecado enorme. Culturalmente somos rudos con nosotros mismos y con los que amamos. 
He escuchado a parejas señalar de forma negativa a su cónyuge por haber cometido un error o cuando no se comporta como la otra persona deseaba.  El problema es aún mayor cuando hay palabras hirientes y si no tenemos control, un insulto puede ser correspondido por el otro en respuesta. 
Tenemos que aprender a manejar nuestras emociones como adultos responsables, de lo contrario será sumamente perjudicial para nuestra salud y nuestra sana convivencia, pero aún puede ser peor para la de los niños y su sano desarrollo.  
En Filipenses 4:8 nos dice:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”  
La palabra nos enseña a analizar nuestros pensamientos y por ende nuestras palabras. Tenemos la responsabilidad de analizar si lo que pienso, es puro, es amable, hay virtud, que tal son mis actos o si por lo contrario estamos siendo tóxicos o tóxicas.
Los pensamientos tóxicos pueden imposibilitar nuestro funcionamiento normal.  Estos pueden ser activados cuando las situaciones se salen de control, un ambiente externo negativo, una enfermedad, una pérdida de un familiar o de un empleo, entre otros.
Lo cierto es que no podemos controlar a nadie más que a nosotros mismos. Recuerdo que hace 18 años mi esposo y yo vivimos una experiencia muy fuerte como pareja y como familia. Ambos nos quedamos sin empleo en plena Navidad y teníamos una niña de 1 año que mantener. La frustración y desesperación ante la impotencia de la situación nos hizo vivir momentos de desesperanza, lo que trajo momentos de amargura. En aquel momento desconocíamos lo que hoy sabemos y es que la solución a nuestros problemas está en La Palabra.
Hemos aprendido a encontrar esa palabra de apoyo en la escritura y es justamente allí donde podemos hallar respuestas. A través de La Biblia es que podemos  recibir la gracia, conocer el perdón, el consuelo y sobre todo el amor de Dios. 
¡Bendiciones!

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