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¿Qué Tienes en tu Mano? – Parte 3
Reinaldo L. García Pérez
«8 Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo:
9 Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?»
– Juan 6:8-9
Por todas partes corría la voz dónde se encontraba Jesús de Nazareth. Él conmovido por tanta necesidad, les ministraba. Llegaban ante su presencia toda clase de enfermos y necesitados. Las multitudes seguían a Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Juan, el discípulo amado, nos describe que era grande la multitud que le seguía. Ya comenzaba a caer la tarde y era distante el lugar donde se encontraban. El Maestro, muy consciente de lo que iba a realizar, hace un acercamiento a los discípulos: “dadles vosotros de comer”.
Miles de personas allí reunidas y el Maestro les llama a servir alimentos que no tenían. Imagino, las miradas, los rostros de incredulidad e impotencia. Sin embargo, cada vez que los discípulos enfrentaban una adversidad, conocían algo nuevo del Maestro.
Mientras los confundidos discípulos estaban muy concentrados en el problema, Andrés encontró a un muchacho que llevaba cinco panes y dos peces. Para mí, una merienda, para los discípulos era poca cosa, pero en las manos del Maestro era suficiente.
Jesús, solicitó a sus discípulos que sentaran a la gente. ¡Que detalle! Los recibe y los atiende como sus invitados. Bendijo los alimentos dando gracias al Padre. Partió los panes y se los fue dando a sus discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. Lo mismo hizo con los peces.
El Maestro enseñó en la oración modelo: “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Como discípulos, antes de consumir un alimento, por simple que sea, demos gracias a Dios reconociendo quien nos sustenta. Nuestro Padre conoce las necesidades, pero que hermoso es cuando reconocemos que Él tiene cuidado de nosotros.
Cinco panes y dos peces, una respuesta para el hambre. La respuesta para la necesidad de muchos.
Cuando Dios nos llama, nos invita a mirar lo que tenemos en nuestras manos. ¿Qué tenemos a nuestro alcance?
No sé que tienes en tu mano, pero cuando Dios te llama tienes lo que necesitas. Lo extraordinario es que Dios nos involucra en sus planes. ¿No es maravilloso? Él ve en ti y en mí posibilidades que nosotros no vemos.
Para Moisés la respuesta fue una vara. La misma que, con el poder de Dios abrió el mar. La misma que, con el poder de Dios, hizo brotar agua de la peña en Horeb.
Para David, cinco piedras lisas. Con el poder de Dios suficiente para vencer al gigante filisteo. Con el poder de Dios suficiente para vencer al enemigo y obtener la victoria.
Poco eran los cinco panes y dos peces que Andrés consiguió, pero en las manos de Cristo, un milagro para la gloria de Dios.
Dios obra en nosotros, a través de nosotros y en ocasiones, a pesar de nosotros. Cuando Dios nos involucra en sus planes, no es por nuestros méritos, sino para la gloria de Su Nombre.
¿Qué tienes en tu mano? Recuerda: “no es lo que tienes sino en las manos de quien estás”.
Con humildad y sencillez de corazón vivamos para exaltarle reconociendo que el grande y poderoso es él. Seremos testigos de su amor, su gracia y su poder.
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