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¿Qué Tienes en tu Mano?

Éxodo 4:2
Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

«Entonces Dios le preguntó: —¿Qué tienes en tu mano? —Una vara —contestó Moisés.»
– Éxodo 4:2
Disfruto las preguntas. Hacer preguntas, es como mirar las cosas desde distintos ángulos nos permite ver y descubrir. Cuando Dios hace preguntas no es porque desconoce la respuesta. Cuando Dios hace preguntas es para que sepas, advengas a conocimiento.
Esta conversación entre Dios y Moisés ocurre en el momento en que Dios le llamó para liberar a su pueblo. Desde muy pequeño, Dios guardó a Moisés. Siendo infante, fue rescatado de las aguas por la hija del Faraón. Fue criado en el palacio. Educado con los mejores. Pero todo esto era parte del propósito de Dios.
Moisés, conocía la aflicción que vivían los hebreos bajo el yugo de Faraón. Estaban sometidos a esclavitud. Durante 40 años, Moisés estuvo pastoreando las ovejas de su suegro. Hasta el momento de su llamado.
En una forma extraordinaria, Dios se manifiesta y Moisés, obediente, reconociendo la presencia del Eterno, quitó el calzado de sus pies. Me conmueve conocer que estoy en los planes y propósitos de Dios.
Dios le encomendó ir ante el Faraón para sacar a su pueblo de Egipto. ¡Tremenda misión la que Dios le encomendó! Libertar a un pueblo oprimido por 400 años. Como personas ordinarias, si lo consideramos desde nuestras propias fuerzas diríamos: “misión imposible”. Pero Dios le prometió: “estaré contigo”.
Era la hora y el momento preciso. Dios presto para liberar a su pueblo a través de su siervo Moisés. Quizás nos parece increíble lo que Dios hace en nosotros y a través de nosotros. Dios había preparado a Moisés para la misión de sacar de Egipto a los hijos de Israel.
Moisés, el siervo escogido por Dios, tuvo dudas. Es inevitable cuando enfrentamos lo desconocido. Dios fue disipando sus temores, anunciando sus planes y respondiendo sus interrogantes. En Jeremías 33:3, expresa:
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Dios responde. Tenemos preguntas, Dios tiene respuestas. A Moisés le preocupaba la reacción de las personas. ¿Quién soy yo? ¿Por qué me han de escuchar a mí? Si me preguntan quién me envía, ¿qué les respondo? Y termina expresando: “no me creerán”.
Dios, el Creador, puede capacitar a una persona para hacer lo que se necesita en cada situación. Dios le preguntó: ¿Qué tienes en tu mano?
Es precioso cómo Dios usa a las personas. Los años que Moisés pasó atendiendo ovejas no fueron en vano. Esos años depositaron en la mano de Moisés cosas que él podría usar para la gloria de Dios. Dios no usó el cetro que estuvo en la mano de Moisés cuando él vivía en Egipto, pero sí uso la sencilla vara del pastor.
Dios usó lo que Moisés tenía en su mano. Dios se manifestó y le dio señal. En ocasiones, lo que tenemos parece insignificante en nuestras manos, pero en las manos de Dios…es otra cosa. ¡Cuán grande es Dios!
Recuerda: “no es lo que tienes sino en las manos de quien estás”. Que Dios te guarde y te bendiga. Ilumine tus pasos y te dirija en todo lo que emprendas. AMÉN.

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