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Venid A Mi
Reinaldo L. García Pérez
«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.»
– Mateo 11:28
El apóstol nos comparte una invitación de nuestro Señor Jesucristo: “Venid a mí”. Es necesario tener presente que no nos invita a un lugar sino hacia una persona. Nos invita a acercarnos, a allegarnos a Él.
¿A quiénes invita? A los trabajados y cargados. Se refiere a aquellos que se cansan y sufren fatiga por causa del trabajo. Ese agotamiento o extenuación que no nos permite funcionar adecuadamente. Los cargados son quienes llevan un equipaje pesado. La expresión no se limita a carga física, incluye también las angustias y preocupaciones.
El trabajo requiere esfuerzo. Demanda completar unas tareas, que no necesariamente son rutinarias, en ocasiones tenemos que lidiar con eventos inesperados o situaciones que no están en nuestro control.
La preocupación o ansiedad son presiones adicionales que nos angustian. Al igual que la carga física agota nuestras fuerzas, las angustias y preocupaciones agobian y limitan nuestro rendimiento.
En Puerto Rico tenemos un dicho: “quien invita, paga”. Jesús no excluye en su invitación. El invita a todos los que están viviendo, sufriendo, atravesando por tales experiencias: “Venid a mí”. Aplica a todos, por igual.
Que extraordinario lo que el pasaje expresa: “yo os haré descansar”. No está ofreciendo descanso para venderte una cama. Tampoco te ofrece una estadía como un oasis en el desierto. Jesús es el descanso que nuestra alma necesita. Él es el reposo que anhela nuestro espíritu y nuestro ser necesita. Jesús es la pausa accesible, permanente en quien podemos sumergirnos y refrescarnos. En quien podemos soltar nuestras angustias y preocupaciones. En quien podemos confiar nuestro caminar y proceder. Él es la respuesta a cualquier experiencia que enfrentamos.
Quizás te encuentras agobiado porque lo has intentado todo. Has dependido de tus fuerzas, talentos, habilidades. Quizás lo que enfrentas es mayor que tú. Es tiempo que levantes tu mirada del suelo. Es tiempo que quites tu mirada de ti. No es momento para mirar a los hombres, es hora de alzar tus ojos a los montes y reconocer que lo que necesitas viene de Jehová.
¿Te sientes agotado, angustiado y abatido? El descanso, el reposo que necesitas no es un lugar; es una persona, CRISTO. El Señor te dice, te llama, te invita: “Venid a mí”.
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