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Testigos De Cristo

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Reinaldo L. García Pérez

«Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;»
– Juan 5:39
Me gustan las películas que desarrollan una historia y entrelazan los detalles hasta que en un momento dado quedas confundido por la trama, pero al final todo adquiere sentido.
El Espíritu Santo le reveló al anciano Simeón que no vería muerte antes de ver al Ungido del Señor – paráfrasis de Lucas 2:26.  Simeón bendijo a María y le expresó: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. (Lucas 2:34-35).
Un hombre, paralítico durante 38 años, tuvo un encuentro con Jesús.  El mismo estaba junto a un estanque con la esperanza de que un ángel descendiera del cielo y tocase el agua. Junto con él, muchos enfermos creían que el primero que se sumergiera en las aguas recibiría sanidad. Este hombre estaba en espera de un milagro.
Jesús se acercó y le hizo una pregunta simple ¿Quieres ser sano? (Juan 5:6). En lugar de responder con un sí.  El hombre comenzó a explicarle por qué no podía entrar al estanque.  Jesús en un acto que desborda compasión y misericordia, le expresa: “levántate, toma tu lecho y anda”Juan 5:8.
Expone la Escritura que, en aquel instante, el hombre recibió sanidad, tomó su lecho y anduvo. ¡Este hombre recibió su milagro! ¡Cristo era su milagro!  Sin embargo, los líderes religiosos, en lugar de celebrar la sanidad cuestionaron al hombre porque estaba cargando su lecho, algo no permitido, según el uso y costumbre, durante el día de reposo. ¡Que desenfocados!
Los líderes religiosos estaban esperando al Mesías, “el ungido”. A menudo llamado “Melekh Mashiach” o Rey Mesías.  Un líder, descendiente físicamente de la línea paterna del Rey David y el Rey Salomón.  Los judíos esperan que el Mesías, unifique las tribus de Israel, reuna a todos los judíos en Israel, reconstruya el Templo de Jerusalén, e inicie una Era Mesiánica de paz universal y el anuncio de un mundo venidero.
Los líderes religiosos rechazaron a Jesús como Mesías y lo consideraban blasfemo.  Resuena la descripción del apóstol Juan en el capítulo 1, cuando expresó en el versículo 11: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.  Definitivamente, no era El Mesías que esperaban.
La Ley Mosaica establece que eran necesarios 3 testigos para mantener una acusación, tanto de delito como de pecado (Deuteronomio 19:15). 
Jesús presentó como su primer testigo a Juan el Bautista, quien vio descender al Espíritu Santo como paloma proclamando a Jesús como Hijo de Dios.  Como segundo testigo, las obras que el Padre le envió hacer, entiéndase los milagros y prodigios que realizó.Como tercer testigo, les insta a sus acusadores para escudriñar las Escrituras.  Todo el Antiguo Testamento señala a Cristo.  Sin embargo, el pueblo que recibió y preservó esa Palabra estaba ciego a su propio Mesías.
¿Cómo reaccionas cuando te acercas a la Palabra?  La Escritura da testimonio de Cristo, quien es el camino, la verdad y la vida – Juan 14:6.  Antes de leer y estudiar, pide al Espíritu Santo que abra los ojos del entendimiento y que tu espíritu reciba la misma como semilla en tierra fértil. 
¡WOW! Que poderoso, que extraordinario cuando recibimos la palabra y accionamos con fe en nuestro Señor y Salvador.  ¡Que así arda en nuestros corazones la Palabra del Señor!

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