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¿Qué Tienes en tu Mano? – Parte 2

¿Qué tienes en tu mano?
Reinaldo L. García Pérez

Reinaldo L. García Pérez

«Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.»
– 1 Samuel 17:40
David, un pastor de ovejas, siguiendo la instrucción de su padre, enfrentó un reto inesperado.  Su padre le solicitó llegar hasta el campo de batalla, procurar por sus hermanos y llevarles alimento.
Ya habían transcurrido más de 40 días e Isaí no tenía noticia de sus 3 hijos mayores: Eliab, Abinadad y Sama.  Le solicitó a David que preguntara por sus hermanos y tomara prenda de ellos.
En el campo de batalla, Goliat, un gigante, guerrero del ejército filisteo, desafiaba a los israelitas a presentar un hombre que lo enfrentara.  El reto de Goliat implicaba que, si él vencía al oponente, el pueblo de Israel serviría a los filisteos, pero si él era vencido, los filisteos servirían a Israel.
Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo. – 1 Samuel 17:11
El ejército de Israel estaba listo, ubicado en orden de batalla contra el ejército filisteo, pero enfrentaron a un gigante al cual no estaban preparados.  Saúl y sus hombres de guerra se turbaron y tuvieron miedo.  Saul y su ejército estaban impresionados con Goliat y sus expresiones.
Nuestra reacción está grandemente vinculada a lo que vemos y escuchamos.  Es natural sentir temor al exponernos ante lo desconocido, pero es diferente permitir que el temor nos domine.
David no era un hombre de guerra sino un muchacho que pastoreaba las ovejas de su padre.  Presenció cuando el imponente Goliat se dirigió al ejercito con expresiones intimidantes, pero David no se amilanó.
David era un joven con disciplina y carácter.  Las fortalezas que tenemos nos permiten ver las cosas desde otro ángulo o perspectiva. 
Cuando nadie lo estaba mirando, luchó contra animales peligrosos y enfrentó gran riesgo para proteger las ovejas de su padre.  David enfrentó fieras, luchó contra éstas hasta dominarlas y vencerlas.
David le expresó con valentía al rey Saul su disposición y disponibilidad para enfrentar el desafío.  Le manifestó las experiencias que le prepararon para ese momento reconociendo que su confianza no estaba puesta en sus habilidades sino en Dios.
El rey Saul no creyó en David.  Al verlo le expresó: “no puedes contra el filisteo”.  “Eres un muchacho y él un hombre de guerra”.  Así ocurre, algunos no creerán que puedes.  Otros dirán que no tienes probabilidades.  Son obstáculos para enfrentar y superar.
El rey Saul le ofreció su armadura.  David la tomó, pero al ver que no le servía cambió la estrategia.  Echó mano de las cosas que dominaba y conocía.  Tomó su honda, las cinco piedras, se lanzó hacia el reto y venció.
David tuvo visión diferente de la situación.  No vio a un gigante sino a un pagano irreverente frente a él.  Ante el desafío no te amilanes.  Persiste, aunque otros quieran imponer sus “armaduras” sobre ti.  Trabaja con los dones y herramientas que Dios te da.  Aunque muchos señalen lo que no tienes, Dios mira tu corazón.  En lo privado Él te prepara para grandes cosas.
El Salmo 147:10-11, expresa:   
No se deleita en la fuerza del caballo,
Ni se complace en la agilidad del hombre.
Se complace Jehová en los que le temen,
Y en los que esperan en su misericordia.
No temas a las circunstancias ni descanses en tus propias fuerzas sino vive y confía en las promesas de Su Palabra. 
¿Qué tienes en tu mano?  Recuerda: “no es lo que tienes sino en las manos de quien estás”. 

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